En mayo los frenteamplistas, los sectorizados, los independientes militantes, el elector "duro" y el "circustancial", elegiremos nuestras autoridades, en un hito largamente reclamado de abrir las tranqueras para una abierta decision politica tan trascendental.
Llega en momento en que la coalision de grupos, cada vez mas, se impone sobre el movimiento por la dinamica de los hechos politicos pero tambien, conviene tenerlo claro, por la actitud cada vez mas delegativa de responsabilidades, del abandono de espacios. No endemonizemos el funcionamiento de los Grupos politicos cargandolos de todos los males mas alla de algunos Horrores metodologicos.
Llega en momento de las derrotas de las intendencias municipales a gatas ganadas en el periodo pasado en Paysandu, Florida, Salto, Treinta y Tres y el contundente voto en blanco en Montevideo, con una sensación extraña por la forma en que se resolvio la candidatura a la IMM.
Decir que llega en un momento de baja participación en los comites no es decir nada nuevo y ya es una cantinela vieja y bastante superficial como análisis por cierto.
Por eso la votacion debe ser "Masiva", contundente, por los candidatos que sean.
De todas maneras el horizonte de 200 mil votos sin tomar en cuenta el 27 de mayo pasado y las derrotas municipales es un calculo bastante intrépido. Pero también es cierto que una votación muy por debajo de esa cifra.......
El compromiso debe surgir a partir de ahora, de ayudar a las nuevas autoridades a cambiar el frente.
- los grupos interactuando con su perfil de integrante del movimiento y adecuando su metodologia a la dinamica de coalición.
- Sinceramiento de las representaciones politicas, no mas "delegados" de comite que solo se reunen los 25 de agosto, que salen a juntar firmas para obtener la delegatura que la convocatoria de sus asambleas no alcanzan.
- Que los delegados de las bases respondan a "pie juntillas" a las resoluciones de sus organismos de base, desacatando la partidocracia a la que pertenezcan, para mal resolver las correlaciones de fuerzas en los PLenarios Nacionales.
- Que los comites de base sean centros de referencia para el pueblo frenteamplista en los barrios, en los centros de estudio y de trabajo. No seran los de 1971 pero tienen un monte de actividades que van desde la difusion, organizacion, formacion, recreacion para dejar de ser lugares casi exclusivos de encuentros.
- Que los "viejos" se dejen de embromar con querer incluir jovenes en el FA a su antojo y semejanza y que los "jovenes" dejen de caminar por el FA con el "calzado" y "discurso" de los viejos.
- que el FA tenga de una buena vez su propio Organo de Prensa y comunicacion con el pueblo frente amplista.
Si tuviesemos la votacion deseada, con los mil locales abarrotados de votos tendremos autoridades con una enorme legitimidad politica pero tratando de conducir un barco con su maquinaria seriamente averiada sino hacemos el "clic" a tiempo.
Podemos recibir un duro reves, fruto de no haber hecho caso a las señales de alarma.
Podemos quedar llenos de una ausencia hijas del desinteres y la falta de credibilidad.
De poco serviran las clasicas "pasadas de facturas" aunque se buscaran culpables, omisos y saboteadores.
El alejamiento de las estructuras partidarias, sociales e institucionales del resto de la población no jusitfican una magra votación, pero es un elemento a tomar, cada vez, mas en cuenta.
Finalmente, si tenemos el "clic", y autoridades masivamente legitimadas, debemos aprovechar toda esa fuerza para lograr un acuerdo ideologico ( para hablar de cosas serias), programatico, metodologico que nos permitan seguir por el camino de los cambios.
Para no pecar de estériles
perifoneos, moralmente avalados por el esfuerzo de funcionar en el lejano comite 4 de Agosto de Santa Catalina, dedicaremos unos articulos a partir del documento de Actualizacion presentado por Tabare, del que nadie acuso, responsable recibo.
martes, 28 de febrero de 2012
jueves, 9 de febrero de 2012
La pluma Brasilera y pensante de Pomar
América Latina y el Caribe desempeñaron un papel importante en el desarrollo
del capitalismo, más específicamente en el enriquecimiento de potencias aún dominantes en la actualidad, como Estados Unidos y algunos países europeos. El saqueo y la explotación de América Latina y el Caribe favorecieron la acumulación de riquezas que precedió a la industrialización capitalista de las metrópolis europeas. Luego, los países de la región no solo sirvieron como proveedores de materias primas, sino también como mercado consumidor de productos industriales y receptores de capitales exportados por las metrópolis.
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
Valter Pomar
En una gran parte de América Latina y el Caribe, partidos de izquierda –con diferentes tradiciones y
proyectos ideológicos– han llegado al gobierno. Pese a los avances,
se percibe un déficit estratégico
a la hora de superar una primera
etapa de reformas paliativas de
los efectos del neoliberalismo. El
artículo sostiene que si la izquierda
latinoamericana y caribeña desea ampliar su fuerza sin perder el
rumbo, tendrá que prestar más
atención al debate sobre el
capitalismo en el siglo xxi, así como al balance del socialismo del
siglo xx y a la discusión estratégica.
Esto incluye poner en la ecuación
la relación entre las líneas
políticas, la base social, el partido,
el gobierno y el Estado.
Valter Pomar: doctor en Historia por la Universidad de San Pablo (usp). Integra el Directorio Nacional del Partido de los Trabajadores (pt).
Palabras claves: izquierdas, estrategia, integración, capitalismo, socialismo, América Latina.
Traducción: Sara Daitch.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 234,
julio-agosto de 2011, ISSN: 0251-3552,.
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Tema Central
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
Esta relación de explotación se mantuvo a lo largo de la historia, sin importar cuál fuera el país que ejercía la hegemonía del polo metropolitano: Portugal, España, Holanda, Francia, Inglaterra o eeuu. La explotación de las metrópolis
no obstaculizó el desarrollo de América Latina pero sí generó un tipo de desarrollo que reproduce las condiciones generadoras de la explotación, la dependencia externa y la desigualdad. En el límite, las metrópolis aceptaban
e inclusive estimulaban el desarrollo, siempre que este último fuera asociado, subordinado, dependiente y periférico. En efecto, tanto la explotación
como el desarrollo asumieron formas diferentes que dependían: a) de las condiciones naturales; b) de las características de las sociedades precolombinas
y de las respectivas metrópolis; c) de los diferentes tipos y niveles de explotación, por lo tanto, de la actitud general de las clases dominantes y del comportamiento de los grupos sociales explotados.
Con frecuencia, las diferencias nacionales, subregionales, sociales, étnicas, culturales y lingüísticas son puestas al servicio del cuestionamiento de la existencia de una única América Latina y el Caribe. Así sucedió al comienzo del siglo xix y continúa así a comienzos del siglo xxi, como se puede observar en el discurso de los sectores opositores a las políticas de integración, especialmente
las impulsadas desde 1998 y plasmadas en instituciones como la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (alba), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribe (Celac), etc.
Obviamente, no es posible desconocer o minimizar las profundas diferencias existentes entre los países de América Latina y el Caribe, parte de las cuales
resultan de la acción de las metrópolis y de sus aliados en la región. La cuestión es notar que, desde el periodo colonial, la región ha manifestado un doble potencial: a) por un lado, un potencial de integración subordinada o, para ser más exactos, de desintegración en unidades nacionales autónomas y a veces enfrentadas entre sí, pero igualmente subordinadas a centros metropolitanos;
b) por otro lado, un potencial de integración autónoma. Ambos destinos están incluidos entre los posibles futuros de América Latina y el Caribe: o bien se transforma en una región integrada desde afuera, a partir de los intereses y las necesidades de las potencias centrales o, por el contrario,
se transforma en una región integrada desde adentro. Y en este segundo futuro posible se presenta un abanico de alternativas que van desde una integración con hegemonía ejercida por una nación de la región, en favor de los intereses de su propia clase dominante, hasta una integración con orientación
socialista.
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N
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Valter Pomar
Como sabemos, en el transcurso de los últimos cinco siglos prevaleció una variante dependiente, asociada y periférica de integración, combinada con desarrollos nacionales marcados por la desigualdad y las reducidas libertades
democráticas. Durante ese tiempo, debido a las ya mencionadas conexiones,
con cada crisis que ocurría en las metrópolis se acentuaba la lucha por la naturaleza del desarrollo nacional, la integración regional y las relaciones con el resto del mundo en la región. A fines del siglo xviii y comienzos del xix, el ciclo de revoluciones burguesas en Europa creó un contexto propicio para las independencias latinoamericanas. Pero es bueno notar que parte de las repúblicas independientes, así como la monarquía brasileña, escaparon de la hegemonía ibérica rumbo a la hegemonía británica.
En la primera mitad del siglo xx, el conflicto interimperialista ayudó a abrir las puertas de una creciente industrialización, proceso que a su vez estuvo en la base del ciclo revolucionario y populista de los años 1930-1950, así como en el ciclo de golpes y dictaduras que se iniciaron en la década de 1960. Esta etapa de industrialización sucedió simultáneamente con el declive
de la hegemonía británica y la consolidación de la hegemonía regional y mundial de eeuu.
La crisis internacional de los años 70, y más precisamente la actitud de eeuu frente a la crisis, desencadenaron un proceso regresivo a escala mundial del que no estuvieron exentos América Latina y el Caribe, caracterizado por el colapso de la socialdemocracia europea, de los nacionalismos africanos, de los desarrollismos latinoamericanos y finalmente del socialismo de tipo soviético; y marcado además por la crisis de la deuda externa y por el progreso
del neoliberalismo.
En este nuevo contexto, el neoliberalismo se volvió hegemónico en América
Latina durante las décadas de 1980 y 1990, lo que contribuyó a acentuar la dependencia, la desigualdad y el conservadurismo político. Así, en los años 90, la lucha por los intereses nacionales, populares, democráticos y socialistas en América Latina ingresó en una etapa de defensa estratégica. En otras palabras: se trataba de defender las conquistas logradas en el periodo
anterior en un contexto marcado por la crisis del socialismo y por la ofensiva neoliberal.
A partir de la segunda mitad de los años 90, esta situación de defensa estratégica
de las fuerzas populares coincidió, además, con un periodo de gran inestabilidad internacional, resultante de la combinación de dos fenómenos:
49 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
© Nueva Sociedad / Alejandro Salazar 2011
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Valter Pomar
la crisis del capitalismo y el declive de la hegemonía de eeuu. Por un lado, se puede observar una crisis de acumulación que se manifiesta directa o indirectamente
en todos los terrenos: financiero, comercial, cambiario, energético,
alimentario, ambiental. Por otro lado, se aprecia el reacomodamiento geopolítico derivado: a) de las dificultades enfrentadas por eeuu para mantener
su hegemonía mundial; b) del agravamiento de las contradicciones intercapitalistas, en aumento luego de la derrota del bloque soviético; c) del fortalecimiento de potencias rivales, en especial de China. Se abre así un periodo de inestabilidad internacional –causada por la combinación de los fenómenos geopolíticos y macroeconómicos– que continuará marcado por crisis, guerras y revueltas sociales.
No es posible saber cuánto tiempo durará esta crisis y cómo será el mundo que emergerá de ella. Esto dependerá de la articulación de la lucha política dentro de cada país con la lucha entre Estados y bloques regionales. Actualmente, esta lucha se concentra en dos polos: por un lado en eeuu y sus aliados europeos y japoneses; y por otro, en los brics (Brasil,
Rusia, la India, China, Sudáfrica) y sus aliados. A diferencia de lo que ocurría antes de 1945, hoy existe una disputa entre
Estados de la (casi) antigua periferia y Estados del (casi) antiguo centro. Y, a diferencia
de lo que ocurría antes de 1990, hoy se trata de una disputa en el contexto del capitalismo.
América Latina es uno de los escenarios de esta lucha entre eeuu y los brics. Desde el punto de vista geopolítico, si se considera el mediano y largo plazo, existen por lo menos tres posibles escenarios. En el primero de ellos, eeuu mantiene su condición de potencia hegemónica mundial
y regional. En el segundo, eeuu pierde su condición de hegemonía mundial, pero se mantiene como potencia regional. En el tercer escenario, el más favorable
para América Latina y el Caribe, eeuu deja de ser potencia hegemónica mundial y también potencia hegemónica regional.
Como hemos señalado, la lucha eeuu-brics ocurre en el contexto del capitalismo.
Pero en América Latina y el Caribe debe considerarse una variable excéntrica:
como resultado de un proceso iniciado en 1998, se conformó en la región
A diferencia de lo que
ocurría antes de 1945, hoy
existe una disputa entre
Estados de la (casi) antigua
periferia y Estados del
(casi) antiguo centro. Y, a
diferencia de lo que ocurría
antes de 1990, hoy se trata
de una disputa en el
contexto del capitalismo n
51 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
una fuerte influencia de la izquierda. Como se destaca en el documento base del xvii Encuentro del Foro de San Pablo1, partidos de izquierda apoyan, participan
o dirigen los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Brasil,
Ecuador, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y República Dominicana.
Excepto Cuba, cuyo gobierno es el resultado de una lucha armada revolucionaria
en un proceso que en abril de 1961 asumió un carácter socialista, los demás gobiernos resultan de victorias electorales, en una onda expansiva que se inició en 1998 con Hugo Chávez en Venezuela y que se extendió hasta 2009 con Mauricio Funes en El Salvador. Este llamado «giro a la izquierda» ha tenido un nuevo capítulo con el reciente triunfo de Ollanta Humala en Perú.
Sin duda, los gobiernos en los cuales la izquierda tiene participación mantienen
entre sí importantes diferencias, que van desde las causadas por la naturaleza
y la geografía a las históricas y sociales, incluyendo las producidas por las diferentes líneas políticas en juego, tanto de la izquierda que llegó al gobierno como de la derecha que pasó a la oposición. Pero esas diferencias políticas no necesariamente representan un aspecto negativo. Por el contrario:
si fuera solo una, si siguiera un único modelo, la izquierda latinoamericana
no habría vencido en las elecciones en países tan diferentes.
No obstante, pese la diversidad, todas las izquierdas de América Latina y el Caribe enfrentan problemas comunes: a) la herencia histórica del neoliberalismo,
del desarrollismo conservador y del pasado colonial (como el racismo en Bolivia y Brasil); b) la oposición radical que el sector mayoritario de la burguesía latinoamericana (y de los sectores medios aliados) ejerce contra cualquier tipo de política de redistribución, sea de poder, riquezas o acceso a derechos sociales; c) la actitud beligerante de las antiguas metrópolis contra
gobiernos latinoamericanos que dan prioridad a procesos de integración regional.
Existen diferentes procesos de integración. Algunos comenzaron antes de la ola de gobiernos progresistas y de izquierda. Es el caso del Mercosur y de otros acuerdos comerciales subregionales, que respondían a propósitos integracionistas pero que también eran tratados como pasos intermedios en dirección al Área de Libre Comercio de las Américas (alca). Otros procesos de integración surgieron recientemente como iniciativa de gobiernos en los cuales la izquierda participa: Unasur, el alba y la Celac. Así, mientras que el
1..
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Valter Pomar
alba es un encuadramiento institucional para la cooperación entre gobiernos ideológicamente afines, la Unasur y el Celac son proyectos de integración regional
que buscan incluir a todos los países de la región, independientemente de la orientación política e ideológica de sus gobiernos.
Se mencionó antes que la lucha eeuu-brics ocurre en el contexto del capitalismo,
que América Latina y el Caribe es uno de los escenarios donde sucede esta lucha, y que en la región existe una variable excéntrica que debe ser considerada:
la fuerte influencia de la izquierda. Y es esta influencia de la izquierda la que torna
factible que América Latina y el Caribe se constituyan, no en un escenario pasivo sino, por el contrario, en uno de los polos del combate de carácter geopolítico que está en curso en el mundo. Es decir, permite hacer de la región uno de los espacios de reconstrucción
de una alternativa socialista al capitalismo.
Para transformar en realidad estas dos posibilidades,
la izquierda de América Latina y el Caribe deberá enfrentar varios desafíos teóricos, estratégicos y tácticos. El primero de ellos es derrotar el contraataque impulsado
por la derecha latinoamericana y sus aliados metropolitanos. Como hemos
visto en estos años, este contraataque incluye: a) una campaña mediática permanente contra la izquierda; b) el intento por colocar una cuña entre los gobiernos de izquierda en la región, dividiéndolos en «moderados» y «radicales
» y lanzándolos unos contra otros; c) la promoción de campañas de desestabilización e incluso de golpes de Estado, de los cuales hasta ahora solo el de Honduras tuvo éxito; d) el lanzamiento de candidaturas electoralmente competitivas, táctica que triunfó en Panamá, Costa Rica y Chile; d) la presión militar a través del relanzamiento de la iv Flota y de la ampliación del número
de bases militares de eeuu y sus aliados europeos en la región.
Este contraataque de la derecha se ve favorecido por dos factores: uno de ellos, la administración Obama, y el otro, los impactos regionales de la crisis internacional. La elección de Barack Obama generó enormes expectativas en la población periférica del mundo, que proporcionaron al mandatario estadounidense
un capital político con el que George W. Bush no contaba. Y aun
Es esta influencia de
la izquierda la que torna
factible que América
Latina y el Caribe se
constituyan, no en un
escenario pasivo sino,
por el contrario,
en uno de los polos del
combate de carácter
geopolítico que está
en curso en el mundo n
53 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
cuando la administración Obama no alteró lo fundamental de la política exterior
estadounidense, ese capital político continúa activo, aunque bastante desgastado. Por otro lado, la crisis internacional causó enormes dificultades a varios países de la región, en especial a los más dependientes de sus exportaciones.
Otros dos desafíos de la izquierda político-social de América Latina y el Caribe
son: a) no perder los gobiernos nacionales conquistados hasta ahora; b) conquistar nuevos gobiernos nacionales. Ello se ha logrado en Perú cerrando paso al regreso del fujimorismo, y en los próximos meses hay procesos electorales
en Guatemala, Argentina y Nicaragua, tres países gobernados por la centroizquierda. Posteriormente, se realizarán dos elecciones fundamentales: las de Venezuela y México.
El cuarto desafío de la izquierda político-social es, en los países donde tiene el control del gobierno nacional, impulsar cambios estructurales de carácter democrático-popular. En este punto, es preciso considerar algunas limitaciones:
a) en el ámbito mundial, la izquierda todavía se encuentra en una etapa de defensa estratégica, lo cual crea dificultades objetivas y subjetivas para cambios
estructurales;
b) impulsar cambios estructurales a partir de un gobierno surgido de elecciones
es algo muy diferente de hacerlo a partir de gobiernos revolucionarios;
c) hacer reformas estructurales exige un respaldo político mayor que el necesario
para vencer en las elecciones;
d) los gobiernos en los cuales la izquierda político-social participa en América
Latina y el Caribe son coaliciones generalmente políticas (con partidos de centro y hasta de derecha) y sociales (con sectores de la burguesía) que actúan
en los marcos del capitalismo y que, en mayor o menor medida, adoptan políticas que también favorecen a sectores de la burguesía;
e) por este motivo, además de la oposición de derecha, los gobiernos respaldados
por la izquierda político-social en América Latina enfrentan una oposición
de izquierda, contraria a los acuerdos con sectores de centro y de la burguesía, y a las políticas de tipo capitalista.
Brasil es un buen ejemplo de lo complejo y difícil que es impulsar cambios estructurales de naturaleza democrático-popular desde el gobierno nacional.
En el transcurso de todo el siglo xx, la historia brasileña estuvo marcada por la lucha entre dos grandes alternativas de desarrollo: la conservadora
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Valter Pomar
y la progresista. La primera consistía en un desarrollo del capitalismo sin reformas estructurales, con bajos niveles de democracia y en el que Brasil se mantenía alineado con los intereses de las metrópolis (primero Inglaterra y luego eeuu). Mientras, la alternativa progresista conllevaba un desarrollo capitalista combinado con reformas, democratización, soberanía nacional y una política externa autónoma.
A lo largo de gran parte del siglo xx, la alternativa conservadora fue predominante,
lo que explica la coexistencia de un crecimiento rápido en un ambiente de dictaduras y desigualdad social en aumento. En contraste, la alternativa progresista, además de ser minoritaria, sufrió la supremacía de fuerzas capitalistas y tuvo algunas fuerzas socialistas como aliadas. Pero a finales de la década de 1980, las fuerzas socialistas encabezadas por el Partido de los Trabajadores (pt) comenzaron a dirigir el bloque de fuerzas políticas y sociales que defendían la alternativa progresista. Así, durante un breve instante,
pareció que Brasil libraría una lucha entre dos grandes alternativas: la capitalista conservadora y la democrático-popular y socialista.
Pero ese momento de optimismo duró poco: en un ambiente internacional y nacional marcado por la crisis del socialismo y por la ofensiva neoliberal, el pt y gran parte de la izquierda brasileña modificaron sus objetivos programáticos
y estratégicos y asumieron una línea hegemonizada por el progresismo
(desarrollo capitalista con políticas sociales, democracia, soberanía e integración),
aun cuando mantuvieran el socialismo
como meta de largo plazo. Así, los años 90 estuvieron marcados por la lucha entre la alternativa conservadora (bajo la hegemonía neoliberal) y la progresista (ahora encabezada por el pt).
El periodo neoliberal acentuó las tendencias
más conservadoras del patrón tradicional
de desarrollo brasileño, a tal punto que ocurrieron rupturas en el bloque hegemónico.
De hecho, las disidencias entre la grande, mediana y pequeña burguesía
fueron fundamentales para la elección de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente en 2002. Y en efecto, luego de conquistar la Presidencia de la República, el gran tema de la política nacional (y el gran desafío táctico
En un ambiente
internacional y nacional marcado por la crisis
del socialismo y por la ofensiva neoliberal,
el pt y gran parte de
la izquierda brasileña
modificaron sus
objetivos programáticos y estratégicos n
55 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
de la izquierda brasileña) continuó siendo la superación de la herencia neoliberal.
Pero en 2011, y a pesar de más de ocho años de gobierno petista, esta herencia neoliberal aún posee extrema influencia.
Hoy, el gran desafío estratégico consiste en mantener el control sobre el gobierno
nacional, conservar la hegemonía del pt sobre las fuerzas progresistas y lograr que la alternativa socialista vuelva a ser uno de los polos de disputa (como ocurrió a fines de 1980). Pero a su turno este desafío estratégico se ve impedido por la creciente influencia material, política e ideológica que algunos
sectores de la burguesía ejercen sobre el pt.
La vinculación práctica entre el desafío táctico y el desafío estratégico depende de la realización de las denominadas «reformas estructurales democrático-populares», reformas que tienen como objetivo modificar la concentración de los ingresos, de las propiedades y del poder. En concreto, nos referimos a la reforma tributaria, la reforma agraria, la reforma urbana, la reforma del sistema financiero, la reforma política, la democratización de la comunicación,
etc. La reforma política se destaca de manera importante, sea por la necesidad de disminuir la influencia del capital sobre la izquierda o por hacer alcanzable la mayoría parlamentaria indispensable en las transformaciones estructurales, por lo menos en el contexto de la estrategia que actualmente implementa la izquierda.
Si la izquierda no es capaz de al menos dar pasos en dirección a estas reformas,
detentar el gobierno no posee significado estratégico aunque en lo inmediato
ayude a mejorar la vida del pueblo. Y, al mismo tiempo, no realizar tales reformas puede decepcionar y dividir a quienes respaldan a la izquierda,
como en cierta medida ocurrió en Chile con la Concertación. Empero, para realizar reformas estructurales (o por lo menos para acumular fuerzas en ese sentido), un gobierno de izquierda necesita de sustento político y sin él puede ser derrocado, como sucedió con el gobierno de Manuel Zelaya en Honduras en 2009. Por estas razones, la izquierda político-social no puede ir ni muy rápido ni muy despacio: se hace necesario considerar de manera adecuada la correlación de fuerzas, mediante el análisis concreto de las situaciones
específicas.
El quinto desafío de la izquierda político-social de América Latina y el Caribe
es poder acelerar el proceso de integración, fundamental en el aprovechamiento
del potencial de la región y en la reducción de la injerencia imperialista.
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Un sexto desafío es volver hegemónica una cultura popular latinoamericana y caribeña en la región ya que, en realidad, el american way of life sigue siendo culturalmente preeminente, aun cuando eeuu reciba fuertes cuestionamientos
desde el punto de vista político.
Por último, el séptimo desafío está relacionado con la ampliación de la capacidad
teórica y política de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas. Se destaca la necesidad de extender la coordinación entre gobiernos, partidos y movimientos sociales. Sin ello, será cada vez más difícil enfrentar a la derecha
en el plano nacional o bien afrontar los desafíos de la integración continental
y de la inestabilidad mundial. La reflexión teórica necesita enfrentar y superar tres factores negativos que producen deformaciones sistémicas en la visión del mundo y en las formulaciones de las diferentes familias de la izquierda latinoamericana:
a) la crisis de las alternativas nacionalistas, desarrollistas, socialdemócratas y socialistas, combinada con la influencia del neoliberalismo;
b) la importancia que asumieron los procesos electorales y la participación en la institucionalidad estatal;
c) la necesaria construcción de frentes policlasistas en un contexto de debilitamiento
de la clase trabajadora, como clase en sí y para sí.
Estos factores negativos actuaron de manera diferente en cada familia de la izquierda y en cada organización en particular. No obstante, es posible identificar
tres tendencias que se hicieron presentes
en todas las líneas y partidos: el centrismo, el utopismo y el movimientismo.
Sin duda, en la coyuntura de 1990 era inevitable
hacer concesiones (políticas y programáticas),
salvo para el izquierdismo fanático. Por lo tanto, al hablar sobre (y criticar) el centrismo nos referimos a organizaciones que realizaron concesiones más profundas y que cambiaron los objetivos programáticos o su base social, o que simplemente adoptaron una postura estratégicamente subordinada a los intereses de sectores de la burguesía. Esta postura predominó
entre quienes adoptaron estrategias de centroizquierda.
Por otro lado, en cualquier coyuntura una organización de izquierda necesita
de alguna dosis de voluntarismo romántico –o utopismo, en el sentido
Tres tendencias
se hicieron presentes
en todas las líneas y
partidos: el centrismo,
el utopismo y
el movimientismo n
57 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
corriente de la palabra–, que complemente y fortalezca las convicciones científicas y racionales, y que también ayude a mantener en mente los objetivos
de largo plazo. Por lo tanto, al hablar sobre (y criticar) el utopismo, nos estamos refiriendo a organizaciones que en el plano táctico adoptan una postura de sistemática minimización de la fuerza de los adversarios de los procesos de cambio, y que en el plano estratégico adoptan paradigmas precapitalistas. Esta segunda característica se encuentra muy presente, por ejemplo, en parte de la izquierda boliviana y ecuatoriana.
En última instancia, un partido de izquierda que cambia bases sociales organizadas por bases electorales está condenado a la derrota ideológica, política e inclusive electoral. Por este motivo, la izquierda necesita obligadamente
tanto apoyar como fomentar la movilización y la organización de sus bases sociales. Por lo tanto, cuando hablamos sobre (y criticamos) el movimientismo nos referimos a una concepción criptoanarquista, que en este periodo histórico subestima la importancia de la lucha electoral y de la participación en los gobiernos; que mistifica y mitifica a los denominados
«movimientos sociales»; y que en el plano de las ideas tiende a convertir los movimientos sociales en vanguardia de la lucha contra el capitalismo.
Como resultado de todo ello, la izquierda de América Latina y el Caribe enfrenta actualmente grandes dificultades para cumplir con las dos tareas básicas para quienes desean alterar el statu quo: ofrecer un mapa del camino y coordinar el conjunto de los frentes de acción. Claro que esta última afirmación puede no ser adecuada en lo que se refiere a algunas organizaciones
o algunos sectores existentes dentro de cada partido, pero mirando de forma global consideramos que se trata de una descripción adecuada. Y más específicamente en el caso de los partidos de gobierno, también es preciso considerar que ganar elecciones y administrar países tan desiguales,
con poblaciones muy influenciadas por los medios de masas, exige movilizar
a menudo el respaldo de capas populares más propensas a seguir liderazgos carismáticos, a contramano de las indispensables direcciones colectivas. Y lo mismo ocurre con la necesidad de gran cantidad de recursos
financieros, indispensables en procesos electorales en los cuales el debate
programático es relegado por el «comercio del voto». Esto genera una relación con el Estado y con los sectores empresariales que puede generar autonomía, aunque parcial, de estos partidos respecto de sus bases sociales originales. Finalmente, la situación descripta exige actuar dentro y fuera del aparato del Estado, buscando ser al mismo tiempo fuerza hegemónica
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y contrahegemónica, capaz de disputar elecciones y de gobernar como parte del camino hacia el poder. Es decir, hacia una revolución político-social.
Estos factores negativos afectan a todos los partidos políticos progresistas en el gobierno, independientemente de la radicalidad exhibida por las administraciones
que los integran o apoyan. Pero existen diferencias relevantes para considerar: en aquellos países donde el neoliberalismo fue más destructivo, se erosionaron incluso las bases de sostén de la derecha clientelista e implosionó
todo el espectro político, inclusive el de izquierda. También por ese motivo, cuando se agota la hegemonía neoliberal y la oposición vence en las elecciones, los nuevos presidentes son parte integrante de organizaciones políticas
relativamente recientes, como es el caso del Movimiento v República (mvr) venezolano, del Movimiento al Socialismo (mas) boliviano y de Alianza
país en Ecuador.
Además, los nuevos gobernantes encuentran la necesidad, y al mismo tiempo
cuentan con los medios para convocar a asambleas constituyentes, lo que radicaliza el proceso desde el punto de vista retórico, político e institucional. En parte, esta radicalización es una reacción a las brutales desigualdades estructurales;
pero por otro lado representa una respuesta a la radicalidad de la oposición de derecha, con sus campañas de descalificación, desestabilización y golpes. Al mismo tiempo, las políticas radicales no implican que en esos países las condiciones macro y microeconómicas sean las más favorables para construir un modelo económico posneoliberal, ni mucho menos un modelo poscapitalista.
La contradicción entre las condiciones subjetivas y objetivas está en la base del creciente conflicto entre una parte de la base social original de esos gobiernos
y algunas de las políticas desarrollistas que esos mismos gobiernos se sienten obligados a implementar. Decimos «obligados» porque se trata tanto de responder a las demandas sociales acumuladas como de corresponder a las necesidades futuras en el mediano y largo plazo. Pero como el desarrollismo realmente existente es de naturaleza capitalista, genera reacciones centristas (alianzas estratégicas con el capital), movimientistas (reacciones sectoriales contra determinadas políticas) y utopistas (rechazo izquierdista al desarrollo) entre las diferentes familias de la izquierda. Y no puede ocultarse que tales divisiones en la base política y social de los gobiernos, en un escenario de dificultades causadas por la crisis internacional, pueden causar un contexto electoral favorable a la oposición de derecha.
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Balance y desafíos de las izquierdas continentales
Por el contrario, en otros países del continente, donde existía una economía industrial diversificada, la resistencia político-social consiguió imponer más límites al neoliberalismo. A su vez, el Estado y el espectro político fueron mejor preservados y los partidos antineoliberales que ganaron las elecciones tienen muchos años de vida, como es el caso del pt brasileño (fundado en 1980) y del Frente Amplio (fa) de Uruguay (creado en 1971). Pero por motivos similares, la derecha electoralmente derrotada se mantiene muy poderosa e influyente, bloqueando procesos constitucionales y reformas estructurales.
En estos países no sorprende que el pragmatismo centrista sea fuerte, mientras
que el utopismo y el movimientismo son, en términos relativos, marginales.
Paradójicamente, y a contramano de esta relativa moderación política de los procesos, esos países poseen condiciones macro y microeconómicas (por lo menos en potencia) más favorables a la construcción de un modelo económico
posneoliberal, e incluso para transitar la construcción del socialismo.
Aun considerando el esquematismo de la descripción, la contradicción mencionada
entre condiciones subjetivas y objetivas solo encuentra solución teórica
y práctica en el contexto de una estrategia continental. Por ese motivo, la integración es el principal divisor de aguas en el debate político de la izquierda
en América Latina y el Caribe. Sin duda, la integración no asegura un futuro socialista para cada uno de los países de la región, y no cualquier integración
es compatible con una estrategia socialista. Pero en la actual situación internacional, para la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, solo la integración hace del socialismo (o también de un desarrollo capitalista progresista) una alternativa realista.
Así, si la izquierda latinoamericana y caribeña desea ampliar su fuerza sin perder el rumbo, tendrá que poner más atención en el debate sobre el capitalismo
en el siglo xxi, en el balance del socialismo del siglo xx y en la discusión estratégica. Esto incluye poner en la ecuación la relación entre línea política, base social, partido, gobierno y Estado. Y también, poner en la ecuación la relación entre transformación nacional e integración regional.
del capitalismo, más específicamente en el enriquecimiento de potencias aún dominantes en la actualidad, como Estados Unidos y algunos países europeos. El saqueo y la explotación de América Latina y el Caribe favorecieron la acumulación de riquezas que precedió a la industrialización capitalista de las metrópolis europeas. Luego, los países de la región no solo sirvieron como proveedores de materias primas, sino también como mercado consumidor de productos industriales y receptores de capitales exportados por las metrópolis.
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
Valter Pomar
En una gran parte de América Latina y el Caribe, partidos de izquierda –con diferentes tradiciones y
proyectos ideológicos– han llegado al gobierno. Pese a los avances,
se percibe un déficit estratégico
a la hora de superar una primera
etapa de reformas paliativas de
los efectos del neoliberalismo. El
artículo sostiene que si la izquierda
latinoamericana y caribeña desea ampliar su fuerza sin perder el
rumbo, tendrá que prestar más
atención al debate sobre el
capitalismo en el siglo xxi, así como al balance del socialismo del
siglo xx y a la discusión estratégica.
Esto incluye poner en la ecuación
la relación entre las líneas
políticas, la base social, el partido,
el gobierno y el Estado.
Valter Pomar: doctor en Historia por la Universidad de San Pablo (usp). Integra el Directorio Nacional del Partido de los Trabajadores (pt).
Palabras claves: izquierdas, estrategia, integración, capitalismo, socialismo, América Latina.
Traducción: Sara Daitch.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 234,
julio-agosto de 2011, ISSN: 0251-3552,
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Tema Central
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
Esta relación de explotación se mantuvo a lo largo de la historia, sin importar cuál fuera el país que ejercía la hegemonía del polo metropolitano: Portugal, España, Holanda, Francia, Inglaterra o eeuu. La explotación de las metrópolis
no obstaculizó el desarrollo de América Latina pero sí generó un tipo de desarrollo que reproduce las condiciones generadoras de la explotación, la dependencia externa y la desigualdad. En el límite, las metrópolis aceptaban
e inclusive estimulaban el desarrollo, siempre que este último fuera asociado, subordinado, dependiente y periférico. En efecto, tanto la explotación
como el desarrollo asumieron formas diferentes que dependían: a) de las condiciones naturales; b) de las características de las sociedades precolombinas
y de las respectivas metrópolis; c) de los diferentes tipos y niveles de explotación, por lo tanto, de la actitud general de las clases dominantes y del comportamiento de los grupos sociales explotados.
Con frecuencia, las diferencias nacionales, subregionales, sociales, étnicas, culturales y lingüísticas son puestas al servicio del cuestionamiento de la existencia de una única América Latina y el Caribe. Así sucedió al comienzo del siglo xix y continúa así a comienzos del siglo xxi, como se puede observar en el discurso de los sectores opositores a las políticas de integración, especialmente
las impulsadas desde 1998 y plasmadas en instituciones como la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (alba), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribe (Celac), etc.
Obviamente, no es posible desconocer o minimizar las profundas diferencias existentes entre los países de América Latina y el Caribe, parte de las cuales
resultan de la acción de las metrópolis y de sus aliados en la región. La cuestión es notar que, desde el periodo colonial, la región ha manifestado un doble potencial: a) por un lado, un potencial de integración subordinada o, para ser más exactos, de desintegración en unidades nacionales autónomas y a veces enfrentadas entre sí, pero igualmente subordinadas a centros metropolitanos;
b) por otro lado, un potencial de integración autónoma. Ambos destinos están incluidos entre los posibles futuros de América Latina y el Caribe: o bien se transforma en una región integrada desde afuera, a partir de los intereses y las necesidades de las potencias centrales o, por el contrario,
se transforma en una región integrada desde adentro. Y en este segundo futuro posible se presenta un abanico de alternativas que van desde una integración con hegemonía ejercida por una nación de la región, en favor de los intereses de su propia clase dominante, hasta una integración con orientación
socialista.
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N
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Valter Pomar
Como sabemos, en el transcurso de los últimos cinco siglos prevaleció una variante dependiente, asociada y periférica de integración, combinada con desarrollos nacionales marcados por la desigualdad y las reducidas libertades
democráticas. Durante ese tiempo, debido a las ya mencionadas conexiones,
con cada crisis que ocurría en las metrópolis se acentuaba la lucha por la naturaleza del desarrollo nacional, la integración regional y las relaciones con el resto del mundo en la región. A fines del siglo xviii y comienzos del xix, el ciclo de revoluciones burguesas en Europa creó un contexto propicio para las independencias latinoamericanas. Pero es bueno notar que parte de las repúblicas independientes, así como la monarquía brasileña, escaparon de la hegemonía ibérica rumbo a la hegemonía británica.
En la primera mitad del siglo xx, el conflicto interimperialista ayudó a abrir las puertas de una creciente industrialización, proceso que a su vez estuvo en la base del ciclo revolucionario y populista de los años 1930-1950, así como en el ciclo de golpes y dictaduras que se iniciaron en la década de 1960. Esta etapa de industrialización sucedió simultáneamente con el declive
de la hegemonía británica y la consolidación de la hegemonía regional y mundial de eeuu.
La crisis internacional de los años 70, y más precisamente la actitud de eeuu frente a la crisis, desencadenaron un proceso regresivo a escala mundial del que no estuvieron exentos América Latina y el Caribe, caracterizado por el colapso de la socialdemocracia europea, de los nacionalismos africanos, de los desarrollismos latinoamericanos y finalmente del socialismo de tipo soviético; y marcado además por la crisis de la deuda externa y por el progreso
del neoliberalismo.
En este nuevo contexto, el neoliberalismo se volvió hegemónico en América
Latina durante las décadas de 1980 y 1990, lo que contribuyó a acentuar la dependencia, la desigualdad y el conservadurismo político. Así, en los años 90, la lucha por los intereses nacionales, populares, democráticos y socialistas en América Latina ingresó en una etapa de defensa estratégica. En otras palabras: se trataba de defender las conquistas logradas en el periodo
anterior en un contexto marcado por la crisis del socialismo y por la ofensiva neoliberal.
A partir de la segunda mitad de los años 90, esta situación de defensa estratégica
de las fuerzas populares coincidió, además, con un periodo de gran inestabilidad internacional, resultante de la combinación de dos fenómenos:
49 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
© Nueva Sociedad / Alejandro Salazar 2011
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Valter Pomar
la crisis del capitalismo y el declive de la hegemonía de eeuu. Por un lado, se puede observar una crisis de acumulación que se manifiesta directa o indirectamente
en todos los terrenos: financiero, comercial, cambiario, energético,
alimentario, ambiental. Por otro lado, se aprecia el reacomodamiento geopolítico derivado: a) de las dificultades enfrentadas por eeuu para mantener
su hegemonía mundial; b) del agravamiento de las contradicciones intercapitalistas, en aumento luego de la derrota del bloque soviético; c) del fortalecimiento de potencias rivales, en especial de China. Se abre así un periodo de inestabilidad internacional –causada por la combinación de los fenómenos geopolíticos y macroeconómicos– que continuará marcado por crisis, guerras y revueltas sociales.
No es posible saber cuánto tiempo durará esta crisis y cómo será el mundo que emergerá de ella. Esto dependerá de la articulación de la lucha política dentro de cada país con la lucha entre Estados y bloques regionales. Actualmente, esta lucha se concentra en dos polos: por un lado en eeuu y sus aliados europeos y japoneses; y por otro, en los brics (Brasil,
Rusia, la India, China, Sudáfrica) y sus aliados. A diferencia de lo que ocurría antes de 1945, hoy existe una disputa entre
Estados de la (casi) antigua periferia y Estados del (casi) antiguo centro. Y, a diferencia
de lo que ocurría antes de 1990, hoy se trata de una disputa en el contexto del capitalismo.
América Latina es uno de los escenarios de esta lucha entre eeuu y los brics. Desde el punto de vista geopolítico, si se considera el mediano y largo plazo, existen por lo menos tres posibles escenarios. En el primero de ellos, eeuu mantiene su condición de potencia hegemónica mundial
y regional. En el segundo, eeuu pierde su condición de hegemonía mundial, pero se mantiene como potencia regional. En el tercer escenario, el más favorable
para América Latina y el Caribe, eeuu deja de ser potencia hegemónica mundial y también potencia hegemónica regional.
Como hemos señalado, la lucha eeuu-brics ocurre en el contexto del capitalismo.
Pero en América Latina y el Caribe debe considerarse una variable excéntrica:
como resultado de un proceso iniciado en 1998, se conformó en la región
A diferencia de lo que
ocurría antes de 1945, hoy
existe una disputa entre
Estados de la (casi) antigua
periferia y Estados del
(casi) antiguo centro. Y, a
diferencia de lo que ocurría
antes de 1990, hoy se trata
de una disputa en el
contexto del capitalismo n
51 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
una fuerte influencia de la izquierda. Como se destaca en el documento base del xvii Encuentro del Foro de San Pablo1, partidos de izquierda apoyan, participan
o dirigen los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Brasil,
Ecuador, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y República Dominicana.
Excepto Cuba, cuyo gobierno es el resultado de una lucha armada revolucionaria
en un proceso que en abril de 1961 asumió un carácter socialista, los demás gobiernos resultan de victorias electorales, en una onda expansiva que se inició en 1998 con Hugo Chávez en Venezuela y que se extendió hasta 2009 con Mauricio Funes en El Salvador. Este llamado «giro a la izquierda» ha tenido un nuevo capítulo con el reciente triunfo de Ollanta Humala en Perú.
Sin duda, los gobiernos en los cuales la izquierda tiene participación mantienen
entre sí importantes diferencias, que van desde las causadas por la naturaleza
y la geografía a las históricas y sociales, incluyendo las producidas por las diferentes líneas políticas en juego, tanto de la izquierda que llegó al gobierno como de la derecha que pasó a la oposición. Pero esas diferencias políticas no necesariamente representan un aspecto negativo. Por el contrario:
si fuera solo una, si siguiera un único modelo, la izquierda latinoamericana
no habría vencido en las elecciones en países tan diferentes.
No obstante, pese la diversidad, todas las izquierdas de América Latina y el Caribe enfrentan problemas comunes: a) la herencia histórica del neoliberalismo,
del desarrollismo conservador y del pasado colonial (como el racismo en Bolivia y Brasil); b) la oposición radical que el sector mayoritario de la burguesía latinoamericana (y de los sectores medios aliados) ejerce contra cualquier tipo de política de redistribución, sea de poder, riquezas o acceso a derechos sociales; c) la actitud beligerante de las antiguas metrópolis contra
gobiernos latinoamericanos que dan prioridad a procesos de integración regional.
Existen diferentes procesos de integración. Algunos comenzaron antes de la ola de gobiernos progresistas y de izquierda. Es el caso del Mercosur y de otros acuerdos comerciales subregionales, que respondían a propósitos integracionistas pero que también eran tratados como pasos intermedios en dirección al Área de Libre Comercio de las Américas (alca). Otros procesos de integración surgieron recientemente como iniciativa de gobiernos en los cuales la izquierda participa: Unasur, el alba y la Celac. Así, mientras que el
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alba es un encuadramiento institucional para la cooperación entre gobiernos ideológicamente afines, la Unasur y el Celac son proyectos de integración regional
que buscan incluir a todos los países de la región, independientemente de la orientación política e ideológica de sus gobiernos.
Se mencionó antes que la lucha eeuu-brics ocurre en el contexto del capitalismo,
que América Latina y el Caribe es uno de los escenarios donde sucede esta lucha, y que en la región existe una variable excéntrica que debe ser considerada:
la fuerte influencia de la izquierda. Y es esta influencia de la izquierda la que torna
factible que América Latina y el Caribe se constituyan, no en un escenario pasivo sino, por el contrario, en uno de los polos del combate de carácter geopolítico que está en curso en el mundo. Es decir, permite hacer de la región uno de los espacios de reconstrucción
de una alternativa socialista al capitalismo.
Para transformar en realidad estas dos posibilidades,
la izquierda de América Latina y el Caribe deberá enfrentar varios desafíos teóricos, estratégicos y tácticos. El primero de ellos es derrotar el contraataque impulsado
por la derecha latinoamericana y sus aliados metropolitanos. Como hemos
visto en estos años, este contraataque incluye: a) una campaña mediática permanente contra la izquierda; b) el intento por colocar una cuña entre los gobiernos de izquierda en la región, dividiéndolos en «moderados» y «radicales
» y lanzándolos unos contra otros; c) la promoción de campañas de desestabilización e incluso de golpes de Estado, de los cuales hasta ahora solo el de Honduras tuvo éxito; d) el lanzamiento de candidaturas electoralmente competitivas, táctica que triunfó en Panamá, Costa Rica y Chile; d) la presión militar a través del relanzamiento de la iv Flota y de la ampliación del número
de bases militares de eeuu y sus aliados europeos en la región.
Este contraataque de la derecha se ve favorecido por dos factores: uno de ellos, la administración Obama, y el otro, los impactos regionales de la crisis internacional. La elección de Barack Obama generó enormes expectativas en la población periférica del mundo, que proporcionaron al mandatario estadounidense
un capital político con el que George W. Bush no contaba. Y aun
Es esta influencia de
la izquierda la que torna
factible que América
Latina y el Caribe se
constituyan, no en un
escenario pasivo sino,
por el contrario,
en uno de los polos del
combate de carácter
geopolítico que está
en curso en el mundo n
53 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
cuando la administración Obama no alteró lo fundamental de la política exterior
estadounidense, ese capital político continúa activo, aunque bastante desgastado. Por otro lado, la crisis internacional causó enormes dificultades a varios países de la región, en especial a los más dependientes de sus exportaciones.
Otros dos desafíos de la izquierda político-social de América Latina y el Caribe
son: a) no perder los gobiernos nacionales conquistados hasta ahora; b) conquistar nuevos gobiernos nacionales. Ello se ha logrado en Perú cerrando paso al regreso del fujimorismo, y en los próximos meses hay procesos electorales
en Guatemala, Argentina y Nicaragua, tres países gobernados por la centroizquierda. Posteriormente, se realizarán dos elecciones fundamentales: las de Venezuela y México.
El cuarto desafío de la izquierda político-social es, en los países donde tiene el control del gobierno nacional, impulsar cambios estructurales de carácter democrático-popular. En este punto, es preciso considerar algunas limitaciones:
a) en el ámbito mundial, la izquierda todavía se encuentra en una etapa de defensa estratégica, lo cual crea dificultades objetivas y subjetivas para cambios
estructurales;
b) impulsar cambios estructurales a partir de un gobierno surgido de elecciones
es algo muy diferente de hacerlo a partir de gobiernos revolucionarios;
c) hacer reformas estructurales exige un respaldo político mayor que el necesario
para vencer en las elecciones;
d) los gobiernos en los cuales la izquierda político-social participa en América
Latina y el Caribe son coaliciones generalmente políticas (con partidos de centro y hasta de derecha) y sociales (con sectores de la burguesía) que actúan
en los marcos del capitalismo y que, en mayor o menor medida, adoptan políticas que también favorecen a sectores de la burguesía;
e) por este motivo, además de la oposición de derecha, los gobiernos respaldados
por la izquierda político-social en América Latina enfrentan una oposición
de izquierda, contraria a los acuerdos con sectores de centro y de la burguesía, y a las políticas de tipo capitalista.
Brasil es un buen ejemplo de lo complejo y difícil que es impulsar cambios estructurales de naturaleza democrático-popular desde el gobierno nacional.
En el transcurso de todo el siglo xx, la historia brasileña estuvo marcada por la lucha entre dos grandes alternativas de desarrollo: la conservadora
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y la progresista. La primera consistía en un desarrollo del capitalismo sin reformas estructurales, con bajos niveles de democracia y en el que Brasil se mantenía alineado con los intereses de las metrópolis (primero Inglaterra y luego eeuu). Mientras, la alternativa progresista conllevaba un desarrollo capitalista combinado con reformas, democratización, soberanía nacional y una política externa autónoma.
A lo largo de gran parte del siglo xx, la alternativa conservadora fue predominante,
lo que explica la coexistencia de un crecimiento rápido en un ambiente de dictaduras y desigualdad social en aumento. En contraste, la alternativa progresista, además de ser minoritaria, sufrió la supremacía de fuerzas capitalistas y tuvo algunas fuerzas socialistas como aliadas. Pero a finales de la década de 1980, las fuerzas socialistas encabezadas por el Partido de los Trabajadores (pt) comenzaron a dirigir el bloque de fuerzas políticas y sociales que defendían la alternativa progresista. Así, durante un breve instante,
pareció que Brasil libraría una lucha entre dos grandes alternativas: la capitalista conservadora y la democrático-popular y socialista.
Pero ese momento de optimismo duró poco: en un ambiente internacional y nacional marcado por la crisis del socialismo y por la ofensiva neoliberal, el pt y gran parte de la izquierda brasileña modificaron sus objetivos programáticos
y estratégicos y asumieron una línea hegemonizada por el progresismo
(desarrollo capitalista con políticas sociales, democracia, soberanía e integración),
aun cuando mantuvieran el socialismo
como meta de largo plazo. Así, los años 90 estuvieron marcados por la lucha entre la alternativa conservadora (bajo la hegemonía neoliberal) y la progresista (ahora encabezada por el pt).
El periodo neoliberal acentuó las tendencias
más conservadoras del patrón tradicional
de desarrollo brasileño, a tal punto que ocurrieron rupturas en el bloque hegemónico.
De hecho, las disidencias entre la grande, mediana y pequeña burguesía
fueron fundamentales para la elección de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente en 2002. Y en efecto, luego de conquistar la Presidencia de la República, el gran tema de la política nacional (y el gran desafío táctico
En un ambiente
internacional y nacional marcado por la crisis
del socialismo y por la ofensiva neoliberal,
el pt y gran parte de
la izquierda brasileña
modificaron sus
objetivos programáticos y estratégicos n
55 Tema Cent ral
Balance y desafíos de las izquierdas continentales
de la izquierda brasileña) continuó siendo la superación de la herencia neoliberal.
Pero en 2011, y a pesar de más de ocho años de gobierno petista, esta herencia neoliberal aún posee extrema influencia.
Hoy, el gran desafío estratégico consiste en mantener el control sobre el gobierno
nacional, conservar la hegemonía del pt sobre las fuerzas progresistas y lograr que la alternativa socialista vuelva a ser uno de los polos de disputa (como ocurrió a fines de 1980). Pero a su turno este desafío estratégico se ve impedido por la creciente influencia material, política e ideológica que algunos
sectores de la burguesía ejercen sobre el pt.
La vinculación práctica entre el desafío táctico y el desafío estratégico depende de la realización de las denominadas «reformas estructurales democrático-populares», reformas que tienen como objetivo modificar la concentración de los ingresos, de las propiedades y del poder. En concreto, nos referimos a la reforma tributaria, la reforma agraria, la reforma urbana, la reforma del sistema financiero, la reforma política, la democratización de la comunicación,
etc. La reforma política se destaca de manera importante, sea por la necesidad de disminuir la influencia del capital sobre la izquierda o por hacer alcanzable la mayoría parlamentaria indispensable en las transformaciones estructurales, por lo menos en el contexto de la estrategia que actualmente implementa la izquierda.
Si la izquierda no es capaz de al menos dar pasos en dirección a estas reformas,
detentar el gobierno no posee significado estratégico aunque en lo inmediato
ayude a mejorar la vida del pueblo. Y, al mismo tiempo, no realizar tales reformas puede decepcionar y dividir a quienes respaldan a la izquierda,
como en cierta medida ocurrió en Chile con la Concertación. Empero, para realizar reformas estructurales (o por lo menos para acumular fuerzas en ese sentido), un gobierno de izquierda necesita de sustento político y sin él puede ser derrocado, como sucedió con el gobierno de Manuel Zelaya en Honduras en 2009. Por estas razones, la izquierda político-social no puede ir ni muy rápido ni muy despacio: se hace necesario considerar de manera adecuada la correlación de fuerzas, mediante el análisis concreto de las situaciones
específicas.
El quinto desafío de la izquierda político-social de América Latina y el Caribe
es poder acelerar el proceso de integración, fundamental en el aprovechamiento
del potencial de la región y en la reducción de la injerencia imperialista.
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Un sexto desafío es volver hegemónica una cultura popular latinoamericana y caribeña en la región ya que, en realidad, el american way of life sigue siendo culturalmente preeminente, aun cuando eeuu reciba fuertes cuestionamientos
desde el punto de vista político.
Por último, el séptimo desafío está relacionado con la ampliación de la capacidad
teórica y política de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas. Se destaca la necesidad de extender la coordinación entre gobiernos, partidos y movimientos sociales. Sin ello, será cada vez más difícil enfrentar a la derecha
en el plano nacional o bien afrontar los desafíos de la integración continental
y de la inestabilidad mundial. La reflexión teórica necesita enfrentar y superar tres factores negativos que producen deformaciones sistémicas en la visión del mundo y en las formulaciones de las diferentes familias de la izquierda latinoamericana:
a) la crisis de las alternativas nacionalistas, desarrollistas, socialdemócratas y socialistas, combinada con la influencia del neoliberalismo;
b) la importancia que asumieron los procesos electorales y la participación en la institucionalidad estatal;
c) la necesaria construcción de frentes policlasistas en un contexto de debilitamiento
de la clase trabajadora, como clase en sí y para sí.
Estos factores negativos actuaron de manera diferente en cada familia de la izquierda y en cada organización en particular. No obstante, es posible identificar
tres tendencias que se hicieron presentes
en todas las líneas y partidos: el centrismo, el utopismo y el movimientismo.
Sin duda, en la coyuntura de 1990 era inevitable
hacer concesiones (políticas y programáticas),
salvo para el izquierdismo fanático. Por lo tanto, al hablar sobre (y criticar) el centrismo nos referimos a organizaciones que realizaron concesiones más profundas y que cambiaron los objetivos programáticos o su base social, o que simplemente adoptaron una postura estratégicamente subordinada a los intereses de sectores de la burguesía. Esta postura predominó
entre quienes adoptaron estrategias de centroizquierda.
Por otro lado, en cualquier coyuntura una organización de izquierda necesita
de alguna dosis de voluntarismo romántico –o utopismo, en el sentido
Tres tendencias
se hicieron presentes
en todas las líneas y
partidos: el centrismo,
el utopismo y
el movimientismo n
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Balance y desafíos de las izquierdas continentales
corriente de la palabra–, que complemente y fortalezca las convicciones científicas y racionales, y que también ayude a mantener en mente los objetivos
de largo plazo. Por lo tanto, al hablar sobre (y criticar) el utopismo, nos estamos refiriendo a organizaciones que en el plano táctico adoptan una postura de sistemática minimización de la fuerza de los adversarios de los procesos de cambio, y que en el plano estratégico adoptan paradigmas precapitalistas. Esta segunda característica se encuentra muy presente, por ejemplo, en parte de la izquierda boliviana y ecuatoriana.
En última instancia, un partido de izquierda que cambia bases sociales organizadas por bases electorales está condenado a la derrota ideológica, política e inclusive electoral. Por este motivo, la izquierda necesita obligadamente
tanto apoyar como fomentar la movilización y la organización de sus bases sociales. Por lo tanto, cuando hablamos sobre (y criticamos) el movimientismo nos referimos a una concepción criptoanarquista, que en este periodo histórico subestima la importancia de la lucha electoral y de la participación en los gobiernos; que mistifica y mitifica a los denominados
«movimientos sociales»; y que en el plano de las ideas tiende a convertir los movimientos sociales en vanguardia de la lucha contra el capitalismo.
Como resultado de todo ello, la izquierda de América Latina y el Caribe enfrenta actualmente grandes dificultades para cumplir con las dos tareas básicas para quienes desean alterar el statu quo: ofrecer un mapa del camino y coordinar el conjunto de los frentes de acción. Claro que esta última afirmación puede no ser adecuada en lo que se refiere a algunas organizaciones
o algunos sectores existentes dentro de cada partido, pero mirando de forma global consideramos que se trata de una descripción adecuada. Y más específicamente en el caso de los partidos de gobierno, también es preciso considerar que ganar elecciones y administrar países tan desiguales,
con poblaciones muy influenciadas por los medios de masas, exige movilizar
a menudo el respaldo de capas populares más propensas a seguir liderazgos carismáticos, a contramano de las indispensables direcciones colectivas. Y lo mismo ocurre con la necesidad de gran cantidad de recursos
financieros, indispensables en procesos electorales en los cuales el debate
programático es relegado por el «comercio del voto». Esto genera una relación con el Estado y con los sectores empresariales que puede generar autonomía, aunque parcial, de estos partidos respecto de sus bases sociales originales. Finalmente, la situación descripta exige actuar dentro y fuera del aparato del Estado, buscando ser al mismo tiempo fuerza hegemónica
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y contrahegemónica, capaz de disputar elecciones y de gobernar como parte del camino hacia el poder. Es decir, hacia una revolución político-social.
Estos factores negativos afectan a todos los partidos políticos progresistas en el gobierno, independientemente de la radicalidad exhibida por las administraciones
que los integran o apoyan. Pero existen diferencias relevantes para considerar: en aquellos países donde el neoliberalismo fue más destructivo, se erosionaron incluso las bases de sostén de la derecha clientelista e implosionó
todo el espectro político, inclusive el de izquierda. También por ese motivo, cuando se agota la hegemonía neoliberal y la oposición vence en las elecciones, los nuevos presidentes son parte integrante de organizaciones políticas
relativamente recientes, como es el caso del Movimiento v República (mvr) venezolano, del Movimiento al Socialismo (mas) boliviano y de Alianza
país en Ecuador.
Además, los nuevos gobernantes encuentran la necesidad, y al mismo tiempo
cuentan con los medios para convocar a asambleas constituyentes, lo que radicaliza el proceso desde el punto de vista retórico, político e institucional. En parte, esta radicalización es una reacción a las brutales desigualdades estructurales;
pero por otro lado representa una respuesta a la radicalidad de la oposición de derecha, con sus campañas de descalificación, desestabilización y golpes. Al mismo tiempo, las políticas radicales no implican que en esos países las condiciones macro y microeconómicas sean las más favorables para construir un modelo económico posneoliberal, ni mucho menos un modelo poscapitalista.
La contradicción entre las condiciones subjetivas y objetivas está en la base del creciente conflicto entre una parte de la base social original de esos gobiernos
y algunas de las políticas desarrollistas que esos mismos gobiernos se sienten obligados a implementar. Decimos «obligados» porque se trata tanto de responder a las demandas sociales acumuladas como de corresponder a las necesidades futuras en el mediano y largo plazo. Pero como el desarrollismo realmente existente es de naturaleza capitalista, genera reacciones centristas (alianzas estratégicas con el capital), movimientistas (reacciones sectoriales contra determinadas políticas) y utopistas (rechazo izquierdista al desarrollo) entre las diferentes familias de la izquierda. Y no puede ocultarse que tales divisiones en la base política y social de los gobiernos, en un escenario de dificultades causadas por la crisis internacional, pueden causar un contexto electoral favorable a la oposición de derecha.
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Por el contrario, en otros países del continente, donde existía una economía industrial diversificada, la resistencia político-social consiguió imponer más límites al neoliberalismo. A su vez, el Estado y el espectro político fueron mejor preservados y los partidos antineoliberales que ganaron las elecciones tienen muchos años de vida, como es el caso del pt brasileño (fundado en 1980) y del Frente Amplio (fa) de Uruguay (creado en 1971). Pero por motivos similares, la derecha electoralmente derrotada se mantiene muy poderosa e influyente, bloqueando procesos constitucionales y reformas estructurales.
En estos países no sorprende que el pragmatismo centrista sea fuerte, mientras
que el utopismo y el movimientismo son, en términos relativos, marginales.
Paradójicamente, y a contramano de esta relativa moderación política de los procesos, esos países poseen condiciones macro y microeconómicas (por lo menos en potencia) más favorables a la construcción de un modelo económico
posneoliberal, e incluso para transitar la construcción del socialismo.
Aun considerando el esquematismo de la descripción, la contradicción mencionada
entre condiciones subjetivas y objetivas solo encuentra solución teórica
y práctica en el contexto de una estrategia continental. Por ese motivo, la integración es el principal divisor de aguas en el debate político de la izquierda
en América Latina y el Caribe. Sin duda, la integración no asegura un futuro socialista para cada uno de los países de la región, y no cualquier integración
es compatible con una estrategia socialista. Pero en la actual situación internacional, para la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, solo la integración hace del socialismo (o también de un desarrollo capitalista progresista) una alternativa realista.
Así, si la izquierda latinoamericana y caribeña desea ampliar su fuerza sin perder el rumbo, tendrá que poner más atención en el debate sobre el capitalismo
en el siglo xxi, en el balance del socialismo del siglo xx y en la discusión estratégica. Esto incluye poner en la ecuación la relación entre línea política, base social, partido, gobierno y Estado. Y también, poner en la ecuación la relación entre transformación nacional e integración regional.
martes, 7 de febrero de 2012
¿Por que daría un Bicho lo que no da un Salvador??
Por estos días, el mundo contempla con cierto estupor el caos de inseguridad que vive Salvador de Bahía; durante la huelga policial se han cometido 93 homicidios en seis días contra los 173 de febrero, y se robaron 235 vehículos en ese tiempo contra los 346 de febrero.
Muchos dicen que la mano de los propios huelguistas están en los delitos; mientras, el gobierno manda ayuda militar a un alcalde sin poder de doblegar la medida sindical y la embajada de EEUU sugiere no visitar ese estado de brasil.
Veamos, si bien la cifra de homicidios impacta , 93 en seis días, mas impacta 173 en un mes.Cualquiera que halla visitado Brasil, percibirá claramente el fuerte dispositivo de seguridad que en sus diversas formas tienes ese país, y, según la prensa, lo poco efectivo que resulta, por lo menos tomando en cuenta la relación, presupuesto de seguridad - taza de delitos.
En el extremo norte, muchos estados de la Unión mantienen la pena de muerte como una fuerte coercion social, sin que produzca el efecto preventivo que seria de suponer.
Si uno tuviera una conducta maquiavelica en política, como algunos dirigentes de la oposición podría haber rezado que la lamentable situación por la que atraviesa Bahía, hubiera pasado en enero y poder decirle a los histéricos reclamos que culminaron en un llamado a Comisión y una abortada marcha,: "si vos te quejas de acá, mira lo que pasa allá".
Pero por suerte no nos domina ese espíritu; si podemos decir, alejados de la responsabilidad de gestión publica de la seguridad, que muchos de los que cuestionan hablan disfrazados de una corta memoria: Como estamos en carnaval les podríamos decir con coro murguero:
- "acá nunca hubieron neo liberales, no se desmantelo la industria textil, siempre se apoyo a la ONDA y a AFE, hubo políticas de Hierro para la Industria metalúrgica, nunca creció la taza de desocupados, estaba lleno de planes sociales, jamas creció un solo asentamiento, lo de las laminas en bella unión fue una ilusión óptica, fuimos siempre un escudo ante la droga, etc, etc."
De los flagelos que afecta a una sociedad, la delincuencia siempre ha sido un problema complejo. Ni una dictadura militar pudo con ella, teniendo carta libre para la represión. El nivel de licencia del país ha crecido al ritmo del deterioro del tejido social que muchos que exigen gestión, colaboraron a destruir.
Pero esa es una discucion entre quienes realmente quieren afrontar el problema, razonablemente.
Quienes exigen a Bonomi, no pisarían jamas una calle de Salvador, convocaran a manifestaciones frustradas por calles de montevideo, harán llamados a sala, hablaran para los medios, y en estas tres ultimas acciones, calles vacías, palacio legislativo y prensa, se mantienen a buen resguardo de la delincuencia.
Muchos dicen que la mano de los propios huelguistas están en los delitos; mientras, el gobierno manda ayuda militar a un alcalde sin poder de doblegar la medida sindical y la embajada de EEUU sugiere no visitar ese estado de brasil.
Veamos, si bien la cifra de homicidios impacta , 93 en seis días, mas impacta 173 en un mes.Cualquiera que halla visitado Brasil, percibirá claramente el fuerte dispositivo de seguridad que en sus diversas formas tienes ese país, y, según la prensa, lo poco efectivo que resulta, por lo menos tomando en cuenta la relación, presupuesto de seguridad - taza de delitos.
En el extremo norte, muchos estados de la Unión mantienen la pena de muerte como una fuerte coercion social, sin que produzca el efecto preventivo que seria de suponer.
Si uno tuviera una conducta maquiavelica en política, como algunos dirigentes de la oposición podría haber rezado que la lamentable situación por la que atraviesa Bahía, hubiera pasado en enero y poder decirle a los histéricos reclamos que culminaron en un llamado a Comisión y una abortada marcha,: "si vos te quejas de acá, mira lo que pasa allá".
Pero por suerte no nos domina ese espíritu; si podemos decir, alejados de la responsabilidad de gestión publica de la seguridad, que muchos de los que cuestionan hablan disfrazados de una corta memoria: Como estamos en carnaval les podríamos decir con coro murguero:
- "acá nunca hubieron neo liberales, no se desmantelo la industria textil, siempre se apoyo a la ONDA y a AFE, hubo políticas de Hierro para la Industria metalúrgica, nunca creció la taza de desocupados, estaba lleno de planes sociales, jamas creció un solo asentamiento, lo de las laminas en bella unión fue una ilusión óptica, fuimos siempre un escudo ante la droga, etc, etc."
De los flagelos que afecta a una sociedad, la delincuencia siempre ha sido un problema complejo. Ni una dictadura militar pudo con ella, teniendo carta libre para la represión. El nivel de licencia del país ha crecido al ritmo del deterioro del tejido social que muchos que exigen gestión, colaboraron a destruir.
Pero esa es una discucion entre quienes realmente quieren afrontar el problema, razonablemente.
Quienes exigen a Bonomi, no pisarían jamas una calle de Salvador, convocaran a manifestaciones frustradas por calles de montevideo, harán llamados a sala, hablaran para los medios, y en estas tres ultimas acciones, calles vacías, palacio legislativo y prensa, se mantienen a buen resguardo de la delincuencia.
viernes, 3 de febrero de 2012
Mas emprendedurismo para Sicardi
En la edición del 2 de febrero del Semanario Búsqueda,Iemanya devolvió a nuestras costas ( intuyó que lo encontró perdido en alguna cresta de ola) la columna del Dr. Guillermo Sicardi, con el infantil y sugestivo titulo "¿Por que tienen mas los que tienen mas"?.
Como febrero es un mes para lectura ágil y superficial, y atraído por el ludico titulo, dedicamos unos minutos de nuestra existencia a darle lectura.
En ella el Dr. Sicardi se lamenta de que el 75% de la población opine que el que tiene mas lo tiene por herencia, provecho de otros o suerte y solo un 25%, entre los que el se encuentra, por sus méritos , talentos y virtudes.
Usada la fuente de un trabajo del Ing. Doyenart, como criterio de análisis que el Profesor de la UDE intenta desarrollar, debería haber acudido a una encuesta que reflejara cuantos y por que justamente tiene mas los que mas tienen: Como método científico primero el hecho constatable y luego la opinión subjetiva.
Claro no va a encontrar una sola fuente seria de donde sacar esos datos, por que un mapa de la distribución de la riqueza del país, es un secreto bien guardado, y el astuto Dr. Sicardi debería al menos pensar, que por algo es.
Imbuidos de su incapacidad de obtener esa vital informacion entonces, acudamos como él a los resultados de la encuesta de opinión. Salvo que el Dr. Sicardi crea que la riqueza venga dentro de un zapallo, y mas en un país como Uruguay que nació como colonia, sospechar que algunos tengan mas , productos de las herencias de pertenecer a las primeras familias que habitaron el país, no es descabellado. Que en el desarrollo de inversión de capitales,la variable salario, volcara la balanza a favor del saldo de capital (no recuerdo a ninguno que tenga mas haberse manifestado en contra de que se suprimieran los consejos de salarios, y aplaudir cuando se reinstalaron) habla de cierto provecho, agregado a ello el incumplimiento de leyes laborales, por no hacer un repaso de todos los impuestos que , distraidamente se pueden haber obviado abonar.
Suerte si claro..algunos por la suerte, y en menor medida, sumado o no, que tampoco es antagonico, mucho merito, talento y virtud, que en mucho caso no son valores ajenos a la herencia, la suerte y el provecho.
No obstante, este no es el argumento fundamental de una justa distribución del ingreso, aunque Sicardi se la achaque a los gobiernos frenteamplsitas. La aplicación del IRPF se basa fundamentalmente en que el art 8 de la constitución que el Dr,. Sicardi venera, y que justamente a partir de la aplicación del IRPF, su texto tiene carne, vida.
Es imperdible y seria el mejor cuple del año cuando el Dr. Sicardi ejemplifica su tesis trasladando al ambito educativo. (lo ataco el mal del sambito, como todo últimamente pasa por lo educativo él lo encaja ahi, a falta de mejores ejemplos). Plantea que si hay un estudiante esforzado con 12 de promedio y hay otros tres ignorantes mediocres y haraganes con 5, el criterio del IRPF, distribuiria los 12 del "traga" entre los otros tres burros, y quedaria el Sicardi junior con 9 y los otros con 6. Esta bien , es abogado, puede confundir acelga con lechuga. Lo que preocupa es que él sea docente.
A partir de esa originalidad , descarga inagotablemente contra la supuesta moral colectivista, grupo de gente que se plantea que unas vivan del esfuerzo de otros, y ese otro es un gran colectivo, sea partido, sindicato o estado.
Sicardi!!! Entre los que tienen mas, estan los que colonizaron los campos verdes y desiertos de la patria hace mas de 200 años...No conoce la historia del pais ningun latifundista, terrateniente, cabañero de ley que no halla integrado, las huestes de la Asociacion o la Federacion Rural, de las Camaras Agroexportadoras o empresariales, de la construccion.
Si usted conoce un LLanero Solitario, emprendedurista y que tenga mas, corra a que lo declaren monumento historico de la humanidad para preservarlo.
Los que tienen mas, tambien necesita que al grupo humano colectivo llamado pais al que pertenece, o al barco de su oficina en ultramar, tambien le vaya bien.
Felicitando su emprendedurismo hacia la escritura y los analisis sociales, no se agote, emprenda mejores caminos.
Como febrero es un mes para lectura ágil y superficial, y atraído por el ludico titulo, dedicamos unos minutos de nuestra existencia a darle lectura.
En ella el Dr. Sicardi se lamenta de que el 75% de la población opine que el que tiene mas lo tiene por herencia, provecho de otros o suerte y solo un 25%, entre los que el se encuentra, por sus méritos , talentos y virtudes.
Usada la fuente de un trabajo del Ing. Doyenart, como criterio de análisis que el Profesor de la UDE intenta desarrollar, debería haber acudido a una encuesta que reflejara cuantos y por que justamente tiene mas los que mas tienen: Como método científico primero el hecho constatable y luego la opinión subjetiva.
Claro no va a encontrar una sola fuente seria de donde sacar esos datos, por que un mapa de la distribución de la riqueza del país, es un secreto bien guardado, y el astuto Dr. Sicardi debería al menos pensar, que por algo es.
Imbuidos de su incapacidad de obtener esa vital informacion entonces, acudamos como él a los resultados de la encuesta de opinión. Salvo que el Dr. Sicardi crea que la riqueza venga dentro de un zapallo, y mas en un país como Uruguay que nació como colonia, sospechar que algunos tengan mas , productos de las herencias de pertenecer a las primeras familias que habitaron el país, no es descabellado. Que en el desarrollo de inversión de capitales,la variable salario, volcara la balanza a favor del saldo de capital (no recuerdo a ninguno que tenga mas haberse manifestado en contra de que se suprimieran los consejos de salarios, y aplaudir cuando se reinstalaron) habla de cierto provecho, agregado a ello el incumplimiento de leyes laborales, por no hacer un repaso de todos los impuestos que , distraidamente se pueden haber obviado abonar.
Suerte si claro..algunos por la suerte, y en menor medida, sumado o no, que tampoco es antagonico, mucho merito, talento y virtud, que en mucho caso no son valores ajenos a la herencia, la suerte y el provecho.
No obstante, este no es el argumento fundamental de una justa distribución del ingreso, aunque Sicardi se la achaque a los gobiernos frenteamplsitas. La aplicación del IRPF se basa fundamentalmente en que el art 8 de la constitución que el Dr,. Sicardi venera, y que justamente a partir de la aplicación del IRPF, su texto tiene carne, vida.
Es imperdible y seria el mejor cuple del año cuando el Dr. Sicardi ejemplifica su tesis trasladando al ambito educativo. (lo ataco el mal del sambito, como todo últimamente pasa por lo educativo él lo encaja ahi, a falta de mejores ejemplos). Plantea que si hay un estudiante esforzado con 12 de promedio y hay otros tres ignorantes mediocres y haraganes con 5, el criterio del IRPF, distribuiria los 12 del "traga" entre los otros tres burros, y quedaria el Sicardi junior con 9 y los otros con 6. Esta bien , es abogado, puede confundir acelga con lechuga. Lo que preocupa es que él sea docente.
A partir de esa originalidad , descarga inagotablemente contra la supuesta moral colectivista, grupo de gente que se plantea que unas vivan del esfuerzo de otros, y ese otro es un gran colectivo, sea partido, sindicato o estado.
Sicardi!!! Entre los que tienen mas, estan los que colonizaron los campos verdes y desiertos de la patria hace mas de 200 años...No conoce la historia del pais ningun latifundista, terrateniente, cabañero de ley que no halla integrado, las huestes de la Asociacion o la Federacion Rural, de las Camaras Agroexportadoras o empresariales, de la construccion.
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