viernes, 20 de julio de 2012
El Reblandecido Callo de la Derecha (Parte 1)
“ Haciendo una rápida y superficial descripción de los últimos movimientos políticos de la
derecha en Uruguay, a modo de análisis ponemos énfasis en general en los posibles acuerdos
electorales envalentonados por haber obligado al ballotage, haber alcanzado las firmas por la
minoridad, y la movilización en torno a la inseguridad
que ahora también cruzan el río Uruguay”.
Favorece este clima el triunfo de la derecha
en España, en Chile, y la movilización
creciente con signos de desestabilización
en Ecuador, Venezuela, Bolivia y jurídicamente
contenido en Paraguay. Pero en la lucha política
esto no tiene grandes novedades.
¿Cuáles son las novedades que nos permiten visualizar
una recomposición del frente conservador
y que debería tenernos más atentos?
Derecha económica, social y política
Es hegemónica la presencia de los integrantes
de la derecha al frente de las empresas, negocios
e inversiones. Que muchos de ellos no tengan
el rostro reaccionario de los 60, e incluso que
financien a todo el espectro político y realicen
acuerdos con administraciones progresistas o
el movimiento sindical, no los hace dudar de las
bondades de mantener una correcta gestión del
sistema capitalista, pero éstos tendrían mayor
sensación de seguridad y comodidad si sus personeros
volvieran al gobierno.
Un estudio realizado por determinadas consultoras,
indica que en los últimos tiempos, ser
denominado “de derecha” ha dejado de ser peyorativo.
Creemos por un lado, que muy buenas
gestiones de izquierda y sus logros no han
alcanzado a “enamorar” socialmente lo necesario,
y por otro, que subsisten concepciones de
la administración que durante más de un siglo
predominaron el manejo del Estado y que son
muy difíciles de modificar. Hay que mencionar
también el fenómeno montevideano de las generaciones
nacidas a partir de 1989, que no han
tenido otro modelo para comparar la gestión
municipal capitalina, que el del Frente Amplio.
En términos políticos, el electorado cada vez
es menos cautivo y los sectores más leales cada
vez se reducen más, incluso en la izquierda. Pero
mientras la derecha, fortalece la idea de familia
ideológica que le permita generar un espacio
común en la suma de las tradicionales divisas, se
están dando actualizaciones Ideológicas dentro
de los partidos tradicionales.
En ese sentido el reciente Congreso Ideológico
del Partido Colorado, es a nuestros ojos el
intento más profundo de restauración de esa
derecha, porque la lógica electoral está sujeta
a las leyes electorales y las coyunturas políticas,
pero las definiciones ideológicas construyen las
bases de una proyectada hegemonía.
Divido en talleres temáticos el Congreso Colorado,
pero a modo de las Unidades Temáticas del
FA, abordó distintos aspectos que finalizaron
con una propuesta o definición.
En el aspecto ideológico hay elementos dignos
de ser tomados en cuenta. Dice una parte de la
resolución:
“El orden social vigente conlleva injusticias y debe
ser profundamente transformado. La
dignidad inherente a cada ser humano, impide
que se le considere como a una
mercancía más, a la que el funcionamiento del
mercado puede depreciar o marginar.
La sociedad solidaria que queremos construir,
debe garantizar a cada persona los
bienes y servicios indispensables para vivir con
decoro. Y debe asegurar también una
efectiva igualdad de oportunidades en el punto de
partida, para que cada uno
desarrolle libremente sus capacidades, sin privilegios
ni desventajas heredados”.
Partido Colorado, junio 2012.
Algunas apreciaciones: quien presidió dicho
taller fue el ex tupamaro Kimal Amir. Tengo el
convencimiento que en parte de esa cita está
su pluma, perteneciente a una pléyade de intelectuales
que vinieron por izquierda convencida
de que podían filtrar ideas de izquierda en los
partidos tradicionales, a quienes consideran la
herramienta política adecuada para las transformaciones
en el Uruguay. En realidad vendieron
su alma al diablo, pero aquí hay una muestra
de hasta dónde pudieron avanzar. En el fondo,
conservo la esperanza de que Amir opere como
un “hombre de Maisinicu” entre los colorados,
como el “negro Cecilio” entre los blancos. (Y esto
está escrito con toda malicia, claro).
Hay un rescate de la concepción social de José
Batlle y Ordóñez y de su obra de principio de siglo.
Les sobran motivos para rescatar la simbología
de la “política de Sobretodos” que hizo avanzar
al país en el desarrollo capitalista, instaló de
una vez y para siempre los “amortiguadores” en
la resolución de conflictos y consolidó una clase
media instalada en la función pública como hegemonía
económica social y cultural.
Con respecto a la cita, encontraremos en el resto
de los documentos pero también en el actuar de
dirigentes connotados, importantes contradicciones
con lo allí planteado; no obstante esas y
otras definiciones están pensadas como sostén
del trabajo de nuevos actores del partido necesitados,
como todo militante político, de sentirse
abanderados de una causa de justicia social. Son
organizadores y agitadores en los barrios humildes,
en los centros de estudios, entre los trabajadores
y funcionarios del Estado, en las cámaras
empresariales.
Pensar solo en la expresión electoral es una superficialidad.
Y tenemos lecciones históricas.
Ningún otro sector, en la historia del movimiento
progresista uruguayo, tuvo una actitud más
consecuente de transformación social que el
anarcosindicalismo de principios de siglo pasado,
con un rol casi protagónico en la construcción
del movimiento sindical. Sus Ateneos fueron
verdaderos centros de difusión de las ideas
socialistas y de la cultura. Sin embargo, la política
del batllismo los fue absorbiendo, al punto
de que importantes dirigentes terminaron siendo
constructores del Uruguay Batllista, y por ahí
andan las anécdotas del colorado Brum dando
cobijo a los anarquistas acusados de pertenecer
a la rama expropiatoria. Jorge Batlle supo decir
en voz alta que al igual que su pariente, él tenía
un lugar en el sistema para los Tupamaros. Pero
más allá de la suerte de los distintos grupos, la
reelaboración de la hegemonía política y cultural
es constante sobre el resto de la sociedad.
Ricardo Pose
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