Expresiones de la Hegemonía Criolla.

Jurídicamente se zafará: “la pintada está hecha sobre el muro lindero del lado de la propiedad del vecino”. Poco importa que la tonalidad del color azul sea la misma del edificio policial y del muro del vecino. Siquiera que todas las elecciones aparezca la misma pintada. Y hasta alguna domesticada mirada de gente que vota al Frente dirá: “y es de la barra de Goñi, lo más “progre” dentro de los blancos”. Esta comisaria de pueblo Achar en Tacuarembó, bien podría representar una de aquellas famosas anécdotas donde los comisarios policiales eran a su vez comisarios políticos, pueblo de pocos habitantes nacidos como tantos otros hace años en función de las estaciones del tren, que vive sin sobre saltos, que uno de los pocos edificios que representa al Estado, y uno de los pocos muros en todo el pueblo que permite el oficio de la propaganda, difunda un candidato político. Éticamente estaría mal que un lugar que debe gozar de cierta “objetividad” para garantizar su imparcialidad en materia de brindar seguridad y reprimir el delito luciera la pintada de cualquier sector político. No lo sabemos pero queremos creer que tal repartición policial brindara su servicio sin distinguir pelos y señales de los denunciantes y denunciados. Lo cierto, es que luce la leyenda de apoyo a un candidato en un departamento y zona de fuerte preponderancia del Partido Nacional. “Picardía política”, “viveza criolla”….los únicos escandalizados somos los forasteros. El peso hegemónico, la cultura de supremacía ideológica, en este caso de los blancos, hace vivir naturalmente que cada elección el muro de la comisaria convoque a votar por el candidato que asegure la continuidad histórica de pertenencia partidaria. Y utilizamos la imagen gráfica, como diría Darwin Desbocatti, en una suerte de “libreto escrito por Dios”, que nos sirve en bandeja el ejemplo, para empezar a analizar cuestiones más profundas, esas que “deprime” a cierta militancia frente amplista en zonas del interior del país donde hay quienes llegan a la catastrófica conclusión de que no habrá otra alternativa de gobierno departamental que las conocidas. En su momento fue famosa la “guerra mediática” entre el Mejoral rojo y el Mejoral azul.. En realidad era la misma medicina con los mismos componentes químicos, pero en esa “supuesta guerra” de efectividad en el tratamiento de gripes, dolores y resfríos, excluía el uso de la aspirina. Las históricas confrontaciones entre los caudillos locales de los partidos tradicionales en muchísimos lugares del interior del país, aunque no sean necesariamente una definición estratégica de aplicación maquiavélica (Maquiavélica en el sentido más político del término) cumple el mismo papel. La opinión política pública local se termina polarizando mayoritariamente en torno a esa confrontación que a veces en los discursos asemejan postura de izquierda y derecha, y la izquierda real, queda diluida en sus planteos. No es solo un problema de discursos adecuados para tímpanos locales y propuestas programáticas serias. En muchos lugares del país el Frente Amplio no es una propuesta política genuina y resulta foránea para una aun enraizada cultura del “Ellos” y “nosotros” en clave política. Ilustrémonos con aquellos versos criollos de la etapa más sectaria del Uruguay bi partidista donde a aquel paisano colorado como sangre de toro, una helada brutal le “blanqueo” todo el campo, y herido en su orgullo, avanzo hacia el cuello del infortunado gallo que anuncio la salida del sol, cacareando desde un vistoso plumaje blanco, estrangulándolo como forma de reacción ante la afrenta de la naturaleza. Los “comunistas”, es la adjetivación aun hoy para todo el que no integre o elija las colectividades tradicionales. Y alguno de ellos formara parte de una cuidadosa anotación en la comisaria de Achar. En un país de estrictos balotajes, en un país donde la lucha principal está en el plano de las ideas, de hegemonías y contra hegemonías, soliviantadas por las anécdotas electorales, este no debería ser un aspecto a descuidar.