lunes, 6 de julio de 2015

Los Espanta Viejas

En su Editorial del jueves 2 de julio el diario “caganchero” de El País, expresa con una intención de pensamiento político profundo (que no logra superar el intento), su visión sobre la Propiedad Privada, tema colocado en la agenda pública por dirigentes del PSU y el MPP. Pocos editoriales del diario El País, desde aquel lejano “Que tupé” que le costó la vida a Beltrán a manos de Don Pepe Batlle, o las decenas de editoriales a favor de los distintos regímenes de facto (Terra y la dictadura cívico Militar) han sido expresiones dignas de tomar en cuenta, con lo cual, una vez que la nueva generación de Beltrán pone su mejor empeño, el editorial pasa sin pena y sin gloria. Como buen periódico que llega a una parte de la opinión publica conformada por ancianas que transcurren el ocaso de su vida en viviendas heredadas y con el cobro de rentas, algunas distinguidas damas que se juntan a tomar el té de las 17 horas con las “chicas” del club de beneficencia y las veteranas “señoras de” , en general distinguidos empresarios, terratenientes, comerciantes, financistas, que suelen dejar caer sus comentarios en peluquerías o frente al personal de servicio, muchas detrás de escritorios de empleos públicos, el editorial apela una vez más, como en los temas de Seguridad ciudadana a las “fibras de los temores”. “No se asuste, estimado lector. No es una pesadilla en la cual de golpe estemos viviendo en los 60”, comienza el editorial para luego realizar una serie de ataques personales sobre dirigentes socialista y del MPP que por cierto no necesitan la defensa de su integridad mediante este artículo, entre otras cosas porque todos ellos han debido y sabido enfrentar ataques más contundentes que los esgrimidos por un “cagatintas” que firma bajo el manto de un editorial. Así que intentemos rebatir los pocos conceptos políticos de importancia del editorial. Dice el mismo rebatiendo una aparente frase de Mujica: “La Constitución no fue escrita por estancieros”. Para empezar y de pasada Mujica utiliza el término “parece” (“Para Mujica nuestra Constitución "parece escrita por estancieros"), con lo cual hasta el vendedor de maní en la esquina de la redacción del diario se da cuenta que no está haciendo una aseveración categórica. De todas formas, los gauchos que morían en las llanuras con la consigna “defensores de las leyes” empuñaban lanzas y facones y derramaban sangre, al ritmo de estancieros y doctores que sólo esgrimían plumas y tintas para escribir la Constitución, Constitución que fue sufriendo sucesivas reformas sobre lo electoral y el peso político del Poder Ejecutivo. Sostiene más adelante: “La Constitución jamás pone a la propiedad privada por sobre la vida, cosa que se comprueba fácilmente leyendo el Código Penal y las penas que prevé para quien atenta contra tales derechos, cosa que le vendría bien estudiar a Topolansky.” Voy a conceder la derecha (¿qué otra cosa se le puede conceder a El País?) que la limitante en la cantidad de caracteres de un editorial obliga a tan menguado y superficial desarrollo del concepto; porque la relación de la Constitución con el Código Penal y la Propiedad Privada tiene que ver cuando esta última se siente amenazada o avasallada y como gente de izquierda nuestro principal problema con el manejo del concepto de la propiedad privada no está exclusivamente en el Código Penal sino en el Código Civil. Hablar de Propiedad Privada con la superficialidad del editorial, del diputado blanco Rodrigo Goñi, el colorado Conrado Rodríguez y del Senador Mieres, es arroparse de las sábanas para vestirse de fantasmas y espantar viejitas. Si queremos hablar del tema en serio, deberíamos discutir sobre la Propiedad Privada de los medios de producción, la tierra y recursos naturales y los adquiridos por Derechos Hereditarios. Es una verdad a medias lo que sostiene el editorial cuando dice: “la propiedad privada como garantía a los individuos del aprovechamiento de los frutos de su esfuerzo personal”. En el caso del derecho hereditario sea de bienes o empresas, el criterio de ser fruto del esfuerzo personal es bien relativo. Hay ejemplos claros incluso donde no sólo No hay esfuerzo personal (sino más bien la actitud de vivir de las sobre ganancias generadas por las generaciones anteriores), sino que mucho de los proyectos originales sean estas empresas, comercios o tierras son ofrecidas al mercado por los herederos que se dedican a nuevos emprendimientos, así que la propiedad privada ligada por Herencia no es fruto del esfuerzo personal sino de la suerte de pertenencia o asignación. Desde la Revolución Industrial, la propiedad privada ha sido coto de burgueses emprendedores y pujantes que arriesgaban en la inversión de su capital en lucha dentro del mercado y de quienes sólo poseían por toda fortuna su fuerza de trabajo. En un lenguaje marxista el fruto personal de los burgueses estaba dado por el esfuerzo en salir airosos de la competencia interburguesa y por sobre todas las cosas de la plusvalía obtenida y en el caso de los trabajadores en un esfuerzo físico y dedicación de buena parte de su tiempo para la empresa para obtener la permanencia en el puesto laboral y la mejora de sus ingresos. Esta situación que se da en el mundo del trabajo hasta nuestros días, revolución tecnológica mediante, y con relación a los esfuerzos personales permite hacer otra aseveración: “los mejores esfuerzos personales de los trabajadores dependen en el sistema de producción capitalista y Propiedad Privada, de las Ganas, de las buenas o malas Decisiones, de la gestión en su conjunto, de la suerte de los dueños de esa propiedad y de la dinámica de los mercados.” Hacer de la variable Salarial la que permita “dar oxígeno a las arcas” del empresario, las sobre ganancias por el esfuerzo ajeno y poder decidir la suerte del prójimo es una de las injusticias humanas más atroces del sistema capitalista y la Propiedad Privada. Para decirlo en términos que el editorialista dueño o al servicio de los dueños del diario El País pueda comprender: que la suerte personal de los trabajadores gráficos dependa de la pericia para los números y de con cuál pie se levantó de la cama el patrón es un acto de Lesa Humanidad. La crisis medio ambiental del planeta reaviva las viejas discusiones sobre el uso de los suelos y la propiedad sobre los mismos. Reíd dice: “El derecho de propiedad no es natural, sino adquirido: no procede de la constitución del hombre, sino de sus actos.” La cita es más larga pero nosotros agregaríamos que la gran virtud del sistema capitalista ha sido vivir en un régimen de Propiedad Privada como el estado más natural de las cosas. Si la superficie de tierra productiva disponible como fuente de productos alimenticios es cada vez menor, si se reduce la calidad y cantidad de agua potable y la pureza del aire, ¿por qué deberíamos seguir sosteniendo que sólo unos pocos afortunados sigan usufructuando los mismos cuando ahora la humanidad como especie debe su sobrevivencia al acceso justo de los mismos recursos naturales? Rescatándome de estos pensamientos que me sumergieron en tales profundidades volvamos a algo tan banal como el editorial en cuestión. Banal porque toda esta discusión sobre la propiedad privada el editorial esgrime por todo ejemplo: “La propiedad privada es fundamental en un país, no porque el sistema quiera gente egoísta e individualista... Pero si a usted eso no le gusta, y quiere gastarse el fruto de su trabajo en una TV de 100 pulgadas, también lo puede hacer. Ahora si el sistema se plantea a la inversa, es imposible. Las reglas solidarias y socialistas que sueñan estos políticos, siempre coartan el derecho de la gente a hacer lo que quiere con su vida”. Esta es la estrechez de análisis y superficialidad a la que condenan a la discusión los intelectos reaccionarios. Si la defensa de la Propiedad Privada, si su uso irrestricto quita el libre albedrío a los trabajadores, los condena al desempleo, los expulsa del campo o le niega el acceso a la vivienda, no hay problema en tanto usted si puede porque el patrón y el mercado se lo concedieron, comprarse un televisor, no importa si tuvo que hacer horas extras de más, y verlo en un living que no es suyo siempre y cuando su salario le permita pagar la luz. No hay un sólo ser humano de izquierda que cuando pone en tela de juicio el régimen de propiedad privada se refiera a la TV, la vivienda y siquiera otros bienes de consumo o transporte. Termina diciendo El País: “La constitución uruguaya es vieja y sabia. Establece que el derecho de propiedad es sagrado, pero está limitado por el interés general. Y se puede revocar siempre que se garantice el pago de una "previa y justa" compensación. ¿Qué tiene eso de malo? ¿Qué solución mejor ofrecen a cambio?”. Lo sabio de nuestra Constitución como la de las mayorías de las constituciones es oficiar de contrato entre explotados y explotadores con la mayor naturalidad, entre propietarios y excluidos sin mayores conflictos y privilegiar desde siempre lo Sagrado del Derecho sobre el interés General. El mantenimiento de lo Sagrado sobre el interés general no sólo recae en los artículos constitucionales sino en los del Código Civil y Penal y en los últimos tiempos, en las decisiones de organismos que como la Suprema Corte de Justicia se han convertido en el “largo brazo” de las oligarquías criollas. Lo que tiene de malo se puede leer en las cifras que gobiernos de izquierda han tenido que venir a revertir en el empleo, la salud, la vivienda, el acceso a la tierra y el aparato industrial y productivo. Otras constituciones, la española, la brasilera, la venezolana, la ecuatoriana han adquirido redacciones para que el interés general prime sobre el individual, sobre todo si el mantenimiento del interés individual representa grandiosas injusticias.

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