miércoles, 14 de septiembre de 2011

ESPERADO ATERRIZAJE ( 1 entrega prol. y CAP 1)

PROLOGO


Santa Catalina siempre ha estado ahí; desde los tiempos que visionarios trabajadores de los frigoríficos y enamorados de la intacta costa oeste montevideana han decidido poblarla.-
Es una perla del collar de pequeñas poblaciones sobre la desembocadura del litoral: Puntas de Sayago, Santa Catalina, Los Cilindros, Pajas Blancas, La Colorada, Punta Espinillo.-

Los dos kilómetros de campos que la separan del último poblado urbano ( El Bajo de Valencia) viniendo desde el centro de Montevideo, para quedar luego rodeada de campos, montes y playas le dan ese aspecto de aldea lejos de la gran urbe, a pesar de estar a quince minutos del centro de la Capital.-

Y así ha perdurado de alguna manera, con un desarrollo local que genera firmes pies en la tierra pero achica la visión del horizonte.-

Tal vez no necesite más confín que el que le permita sacar de la pobreza a buena parte de su población que tiene el privilegio de disfrutar de las bondades de una naturaleza bastante preservada.-

Toda esa paz aldeana de pronto se ve sacudida como por un sismo cuando la comarca pasa a ser noticia en los grandes medios y las álgidas discusiones del micro mundo político se integra al diario devenir de la comunidad y unos y otros empiezan a verse como integrantes voluntarios o no, de dos Santas Catalinas.-

Hemos recurrido a la ficción para poder desarrollar historias que por si solas tenían “vuelo de perdiz”, pero eran una buena pincelada sobre la realidad, por detrás de los focos de las cámaras de televisión.-

Hemos colocado antifaces a los personajes reales por que la noticia pasó de moda, pero durante su permanencia sembró el ahondamiento de discrepancias; las historias quedan aquí colgadas en el tiempo para que varios se hagan la habitual pregunta: “¿y que fue de la vida de...?”.-

Pretendemos reflejar la falta de devolución de esas historias que los grandes medios de comunicación transforman en espectáculo público para luego esfumarse como fuegos de artificio.-
¿Que pasó con esa mujer con seis hijos que se le incendio el ranchito y fue nota central del informativo? No lo sabremos.-

¿Que pasó con los vecinos de un barrio donde un proyecto internacional los convirtió en noticias por algo mas de seis meses, en una polémica que se mantiene viva hasta el dia doy?.-

El Autor.-
















1

Los tenues rayos de luz de la mañana recién se habían empezado a filtrar por las celosías entreabiertas cuando el teléfono sonó sobresaltando el reparador sueño del Diputado Oscar Amarante.-
- ¿hola?- contestó entre dormido y molesto por aquel abrupto despertar.
- ¿Oscar? preguntó una voz masculina notoriamente ansiosa.-
- Si Mauro soy yo, ¿que pasó ahora?- dijo el diputado presintiendo que esa llamada indefectiblemente traería alguna complicación a la recién iniciada jornada.-
- ¡Los vi Oscar los vi!- afirmó vehementemente – los vine siguiendo hasta la Terminal donde se tomaron el ómnibus.-
- ¿a quién viste?- preguntó impaciente sabiendo que todo esos comentarios formaban parte de un rumor que se iba materializando como una historia fantástica en la comunidad.-
- ¡a la “avanzada” de los gringos vi!, y tengo incluso algún testigo, no vas a poder seguir haciendo de cuenta que acá no pasa nada, por que cuando pase…¡vos también vas a ser culpable!- advirtió cortando abruptamente.-

Oscar Amarante quedó unos segundos con el tubo en la mano, hasta que el reiterativo tono del teléfono lo hizo reaccionar y entender que lo habían dejado con la conversación por la mitad, sin posibilidad de respuesta. Colgó lentamente y quedó unos segundos sentado en la cama, observando el cuarto en penumbras, tratando de adivinar que novedades le traería aparejado en los próximos minutos lo expresado en aquella llamada.-
El Diputado Oscar Amarante era un personaje reconocido en el barrio por su larga trayectoria política; habia integrado el movimiento guerrillero en los años sesenta, fue preso de la Dictadura militar y al volver la democracia se habia integrado a trabajar con denodado esfuerzo en las demandas sociales de su barrio. Mas adelante integró la lista de diputados de su sector político, alcanzando los votos necesarios para ser electo, lo cuál convirtió su vida diaria en una ajetreada popularidad en su barrio y unos buenos dolores de cabeza por las demandas incumplidas, y sobreviviendo a las diferencias políticas cada vez mas notorias con sus antiguos camaradas de armas, mucho de ellos escindidos del movimiento político que compartieron en el pasado.-

Desnudo ahora bajo la ducha tibia que lo va despabilando, hace un ligero repaso mental de cómo se ha ido transformando su mundo cotidiano, recordando con cierta nostalgia aquellos días en que caminaba por las calles de su barrio, Santa Catalina de Alejandría, barrio construido por sus propios habitantes en una de las radas del Río de la Plata, calles en su enorme mayoría pobremente mejoradas con balasto, donde las fuertes lluvias hacen florecer el barro de la tierra original, o sus caminatas con los perros y los gurises por la playa, intercambiando saludos con sus vecinos, hablando sobre las mejoras a realizar en la zona, la hermosura del paisaje o de alguna trivialidad, disfrutando a pleno de la vida casi de aldea que se respiraba por aquellos tiempos.-
Otros integrantes del otrora movimiento insurgente y presos políticos de la dictadura habían ido a vivir a esa zona por considerar que aquel barrio , especie de isla urbana rodeada por montes campos y el rio, era un buen lugar para terminar sus años.- El estado no había aún creado los cargos de autoridades barriales por aquéllos años, por lo que, a pesar de algunas diferencias políticas, toda esa generación que había compartido en general la lucha, trabajaba mancomunadamente; fue la irrupción entonces del cargo de Alcalde , cargo de representatividad ante el Municipio, lo que ahondó las diferencias y las pugnas electorales y partidarias, haciendo menos disfrutable, los recorridos por el barrio que recogía saludos las menos de las veces y polémicas cada vez mas frecuentes y subidas de tonos, como si fueran extraños.-

No se equivocó en sus presunciones; apenas terminaba de bañarse y se había dedicado a la labor de secarse cuando el teléfono volvió a sonar insistentemente; su mujer, que se había mantenido a resguardo en los brazos de Morfeo, atendió de mala gana y con la esperanza de volver a conciliar el sueño le pasó urgentemente la llamada:
-¡Oscar!, atendé que es Clotilde.-
- Hola ¿cómo andás?- contestó resignado y adivinando la respuesta.-
- Mal, ando mal- contestó la voz de la mujer notoriamente ofuscada- estuvo Mauro por acá para decirme que se juntaron unos vecinos y que van a convocar a una Asamblea del barrio para denunciar que tienen pruebas concretas de la Instalación de la Base Militar y de que la misma cuenta con nuestra aprobación, por lo que me amenazó que al menos en mi caso me van a pedir que renuncie a mi cargo.-
- Bueno Clotilde tranquilízate, vos y yo sabemos que eso de la Base es una desfiguración de los hechos reales para marcar perfil político y no tienen elementos concretos….Mauro me llamó de mañana y...
-¡con elementos o sin ellos bastante me han usado el nombre y sabes que hay varios vecinos que quieren mi cabeza!- interrumpió alterada.-
- ¿te dijo alguna fecha concreta?- preguntó Oscar en tono más pausado como para intentar tranquilizar a su interlocutora-
- Creo que me dijo el sábado a las nueve de la mañana en el Salón Comunal y que hoy mismo empezaban a convocar.-
- Bueno, deja que yo me encargo- respondió con aire que intentó trasmitir una tranquilidad, que no llegó al animo de Clotilde.-

Se vistió rápidamente mal diciendo por que había perdido la oportunidad de desayunar y de poder intercambiar dos palabras con su mujer, que acostumbrada de un tiempo a ésta parte a esos sobresaltados despertares, se enrolló en las sábanas para seguir durmiendo.-

Giró la cerradura con la llave parar abrir la puerta, imaginando que una muchedumbre ya lo estaría esperando, apostada en el amplio jardín de entrada, con caras serias, reprochándole el no haberlos tomado en serio, pero por suerte el jardín lucia igual que siempre, con menos pasto y vegetación por obra y gracia del invierno, la planta de “pajarito” con alguna flor mustia donde el color amarronado marchito se impone sobre el anaranjado, el Nogal “pelado” sin hojas al igual que otras especies de árboles caducos; con cierto temor avanzó hacia el portón repasando mentalmente las tres cuadras que lo separaban de la parada de ómnibus e imaginando con cuantos vecinos se tropezaría en el camino, tal vez el mismo Mauro, interpelándolo sobre que acciones en concreto estaba haciendo el gobierno para impedir la instalación de la Base Militar Norte americana.-
Una y otra vez en su cabeza- y a veces se había encontrado así mismo respondiendo solo en voz alta- repetía la respuesta posible, que todo era apenas un proyecto de la Marina que haría una policlínica de gran tamaño para la tropa y los civiles, pero también era consiente que la información había salido de los despachos del Ministerio de Defensa tan pésimamente dada, que no solo había permitido sembrar dudas sobre los reales objetivos, sino que esa respuesta cada vez, conformaba menos a los dirigentes de aquel improvisado movimiento.-
Hacía como un mes que el tema, en forma de rumor recorría todo el barrio, todos los comercios, los hogares, las calles, sus costas, junto con las máquinas que habían iniciado las obras de nivelación del terreno en jurisdicción militar donde se suponía se instalaría el nuevo y misterioso proyecto que, en una mezcla de elementos reales y posibles explicaciones imaginarias, tanto podía ser una cosa como la otra.-
Vale decir que hace un mes exactamente, la vida de Oscar Amarante había tomado un giro inesperado sintiendo una serie de presiones que sin llegar aún a atormentarlo, lo venían desvelando; al principio se lo tomó con humor, ironizando sobre la locura de creer que en un diminuto punto del mapa donde se encontraba el barrio, a algún estratega militar se le ocurriría instalar una base militar, pero lo cierto es que los hechos estaban tomando otro cariz, y en aquella comunidad de nueve mil almas, él era la única figura y voz oficial del gobierno.-
Empezó a caminar con paso seguro las calles manteniendo la misma cordialidad al saludar a las madrugadoras vecinas que salían a barrer los jardines o a dar de comer a los perros, estudiando detrás de cada saludo el énfasis o la indiferencia que pudiera notar, como forma de medir que tanto se había propagado el nuevo rumor.-
En realidad los saludos se mantuvieron igual que siempre por lo que llegó con el humor bastante elevado hasta la parada de ómnibus, hasta que su mirada choco con la inscripción que realizada con pintura roja todavía fresca, rezaba: “Gringos Go Home”.-

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