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Mauro Touriño es uno de los “hijos” del barrio Santa Catalina de Alejandría; sus padres se habían instalado en un terreno comprado en cuotas y de los baratos por estar lejos de la playa, cuando Santa Catalina era todavía un enorme campo que daba a las radas del marrón rio, donde solo existían las viviendas de los primeros pobladores, estos si instalados sobre la rada, soñadores de poder construir allí un remanso para disfrutar de sus bien merecidas jubilaciones, donde incluso uno de ellos construyó un pequeño y familiar puerto desde donde poder zarpar un día.-
Su padre por supuesto que no pertenecía a esa privilegiada casta de primeros pobladores y era apenas un trabajador textil, que todas las mañanas cruzaba las playas para llegar a la fábrica que un romántico y poético empresario había instalado sobre la costa, bastante lejos de todo asentamiento urbanizado.-
Así a medida que Mauro crecía, al barrio iban llegando nuevos vecinos, que al igual que lo hicieran pero sobre la costas oceánicas sobre el este de la capital la costumbre de la época, iban edificando con sus propias manos y conocimientos, lo que le daba a la zona un aspecto permanente de arquitectura artesanal, embellecidas por aquellos que lograban adaptar las formas edilicias al exuberante paisaje natural de la zona.-
Fue una buena idea entonces, que por esa alquimia de paisaje, viviendas artesanales y bohemias, las calles proyectadas llevaran nombres de poetas, peces y flores.-
La costa tenia cuatro radas bien definidas; una pequeña al margen izquierdo de la comunidad naciente donde se asentaron los pescadores artesanales, garantizando su salida al rio e imponiendo al paisaje su propia impronta; la segunda rada la playa propiamente dicha donde “morían” la mayoría de las calles del barrio; la tercera rada de enorme extensión respecto a las anteriores, con blancas arenas y montes de eucaliptos y pinos que se extendían desde la playa por varios kilómetros tierra adentro denominada “Punta Yeguas” , nombre sobreviviente de la zona que fuera estancia de las antiguas caballerizas del Virrey de España y la “playa chica”, como se conoce a la cuarta rada, última frontera natural con la fabrica instalada por aquellos parajes.-
Un ómnibus de mañana y otro en la tarde solían venir de la ciudad y dejarlos en la orilla del barrio que aún no contaba con caminería interna pensada para transporte pesado, del cual descendían, “colonos del siglo veinte”, con aves de corral, árboles frutales y semillas varias, bolsos con herramientas de construcción y artes de pesca. Por que todas las construcciones preveían los espacios suficientes para poder desarrollar una cultura de sobrevivencia que les permitiera criar animales domésticos y la instalación de huertas familiares para su consumo.-
Fueron los propios vecinos incluso los que construyeron el edificio para la escuela que permitiera atender una población infantil que crecía aceleradamente, y fue un maestro inspirado y enamorado del proyecto civilizatorio, que empezó a dar las primeras clases, usando como escritorio un tablón de construcción sobre dos tanques de gas oíl vacios y un recuadro pintado de negro en la pared, oficiando de pizarrón.-
La presencia del Estado como tal se limitaba a la instalación de los servicios de corriente eléctrica y agua potable, por lo que la organización social, al igual que las viviendas, era obra de los propios vecinos. Los que contaban con algún capital instalaron algún comercio donde se pudiera adquirir los insumos necesarios sin tener que viajar hasta la ciudad y se abrió una cantina donde calmar la sed al regreso de la pesca y socializar los avances de las obras en construcción; pasó mucho tiempo para que llegara un abastecimiento de medicamentos y carnes.-
Ese cierto grado de aislamiento sin embargo no quedo al margen de los acontecimientos políticos del país, por lo que la dictadura militar, extendió hasta aquellos casi desolados parajes la presencia contundente del estado y el gobierno de turno, en la construcción en uno de aquellos descampados de una Unidad de la Marina, que no tuvo efectos en la consolidación y desarrollo de la nueva comunidad, pero trajo si la novedad de los ejercicios militares para una guerra que nunca llegaría y extendió el temor frecuente por aquellos días de las desapariciones forzadas .-
La calma de la comunidad mixtura de villa rural y pueblo de pescadores, de barrio y balneario, se empezó a sobresaltar por el ruido de helicópteros que sobrevolaban la zona para detenerse en el aire y hacer descender con cuerdas hasta el campo de entrenamiento soldados camuflados y armados a guerra; la tranquila costa donde muchos vecinos pasaban horas atentos al hundimiento de las boyas o la chicharra de los riles eran interrumpidos por los continuos ejercicios matinales de practicas de tiros con fusiles de asalto y sub ametralladoras y lo que durante mucho tiempo causó mayor intranquilidad fueron las pruebas de granadas, obuses y bombas de gas.-
Con el tiempo los vecinos se fueron acostumbrando e intentaron seguir su rutina diaria sin dejar de mal decir por lo bajo y entre susurros la maldita ocurrencia de aquella instalación militar.-
Algunos vecinos incluso que debían compartir el peñón de una roca en su pesca con la reciente guardia militar, solía gritarles a estos mientras en el horizonte cruzaba un carguero con destino al puerto de Montevideo: -¡invasión, invasión!-
Por todo esto, la relación de Mauro con su barrio tenia un fuerte contenido afectivo; amaba literalmente esas calles sin terminar, esas viviendas que no se elevaban mas allá de los cinco metros de altura y que en general siempre les faltaba un detalle por agregar; amaba las aguas y sus playas, sus montes, y por supuesto, su gente; odiaba profundamente por que sabia como se había modificado en algo la paz aldeana, aquella presencia militar que en cierta forma vivía de espaldas a su barrio pero era consiente de que poco podía hacer para cambiarla, al menos hasta lograr realizar aquella revolución que los viejos guerrilleros y presos políticos recién llegados a la zona, le prometían; él que supo vivir hasta su mayoría de edad en la casa paterna, debió luego de haber conquistado a la dueña de ciertos ojos marrones que solían pasearse por la playa ocupar junto a otros emprendedores vecinos, unos terrenos cerca de la instalación de la Armada y había comprobado que salvo alguna escaramuza de insultos con los guardias al otro lado del alambrado militar, cuando la unidad desarrollaba ejercicios nocturnos con un ensordecedor ruidos de motores de camiones y tropas en movimientos, gritos y tiros, la convivencia era bastante pacifica.-
Por eso, éste rumor confirmado por uno de aquellos antiguos guerrilleros de la instalación de una Base Militar, que prometía no solo volver a los abandonados ejercicios militares que se habían amainado producto de sucesivas quejas, y que era la presencia de las fuerzas imperialista en la región, ponía en riesgo las cosas que mas amaba.-
Entonces allí está Mauro, arropado con un sobre todo viejo y una gorra de lana “encasquetada” que solo permite verle los ojos, la nariz tapada por una gruesa bufanda, sentado en un banco de la terminal de ómnibus junto a otros vecinos, terminal que está en el “centro comercial y social” del barrio, a falta de una buena plaza de pueblo, hay una placita, la carnicería, el almacén ,el Salón Comunal, la panadería y un kiosco que cobra cada tanto las facturas de luz y agua y recuerda que el Estado existe.- No hay comisaria ni iglesia ni supermercado, y con eso parece alcanzar.-
Mauro está observando a aquella pareja de hombres de pelo corto, rubios, impecablemente afeitados y que se guarecen del frio y el viento que viene del rio en unas flamantes gabardinas color crema, con pantalones de vestir y zapatos de un lustre negro brillante.-
Mauro se dirigía como todas las mañanas rumbo al almacén cuando los vió salir de ella y su aspecto le llamó poderosamente la atención. Cuando la muchacha del almacén le comentó que solamente habían comprado un agua embotellada y que hablaban en un acento extraño supo que estaba ante un acontecimiento histórico.-
Se dirigió a la terminal de ómnibus y con el pretexto de estar buscando algo en el piso pasó dos veces cerca de donde éstos se encontraban y pudo escuchar claramente su acento inglés; estuvo tentado de preguntarles algo para confirmar sus sospechas pero la altura de éstos obvios anglosajones lo intimidaban un poco; siendo Mauro hombre de estatura normal, el mas bajo de ellos le llevaba dos cabezas de alto; supuso también que debajo de aquellas gabardinas podían disimular sendas armas de fuego, tal cual hicieron en el pasado los guerrilleros que habían asaltado el Casino.-
Para su desgracia el ómnibus partió en forma rápida siendo abordado por ellos y el resto de los que esperaban por lo cuál quedó solo en la terminal.-
El “largador” de la terminal, funcionario de la empresa de ómnibus que se encargaba de controlar los horarios de llegada y salida de los mismos, se cruzó con Mauro cuando iba al baño, encontrando en su cara ya destapada los ojos de la desconfianza; fue cuando le dijo con cierta sorna: - ¡ se nos vienen los gringos!
Mauro sabía de la liviandad con que el “largador” se tomaba la vida y su afición a gastar siempre una broma, pero este comentario encuadraba en toda la serie de hechos que acababa de presenciar, y como ya había aprendido una vez, mas vale asegurarse que dudar, por lo que se dirigió al teléfono publico para llamar al Diputado y pasar inmediatamente la alarma al resto del movimiento.-
La llamada no causó el efecto esperado; notó que una vez mas Oscar tomaba sus comentarios sin la importancia que él le adjudicaba y por eso lo amenazó con hacerlo responsable de toda la situación; tampoco podía concluir si la presencia de aquellos dos hombres era un simple acto de espionaje de la zona o era un grupo de avanzada que diera el OK para un rápido desembarco e instalación. Tal vez la infraestructura necesaria ya estuviera pronta dentro de la Unidad de la Marina, rodeada por un flamante muro que dejaba su interior lejos del alcance de la vista; dirigió rápidamente sus pasos al domicilio de la Alcalde que con ojos aún hinchados por el sueño, escuchó petrificada la andanada de palabras que Mauro le expectó.-
Sin decir hasta luego y con la determinación de convocar a la Asamblea barrial fue hasta su casa donde un confuso sentimiento de urgente acción y oportuna consulta al resto de los involucrados se iban ahogando en la ansiedad.-
Sin pasar por su casa fue derecho hasta el galpón de donde extrajo unos pinceles y pinturas.
- para convocar a la asamblea hay tiempo- se dijo y salió hacia las paradas de ómnibus, únicos muros de la zona donde poder pintar.-
3
En las cerca de noventa manzanas que conforma el barrio hay una sola vereda, que pertenece a la Escuela; muchos años y transformaciones ha sufrido la misma desde aquel escritorio sobre tablones hasta hoy.-
Escuela lejana y de difícil acceso en transporte colectivo y con una población infantil cada vez más empobrecida, no resultaba fácil conseguir maestros que la eligieran; en general era el reducto final de las maestras recién recibidas que no conseguían cargos en mejores lugares.-
Solamente su Actual Directora Nívea Direte tomó la quijotesca decisión de quedar a su frente y tal empresa fue seguida por el único maestro que supo perdurar en los ya quince largos años al frente de la institución escolar.-
Ambos, Directora y ahora Secretario, dejaron de lado el tiempo dedicado a la enseñanza para dedicarse a los nada sencillos problemas administrativos que insumen todo su tiempo, fundamentalmente el de mantener el Comedor Escolar.-
La desocupación laboral afectó fuertemente a la población del lugar y si no fuera por la instalación de ollas populares el comedor escolar se la hubiera visto en figurillas para atender toda la demanda.- Por las fichas de registro Nívea y Daniel, tienen claro el panorama social del barrio.- Un reducidísimo grupo de vecinos mantienen el status de clase media en base a importantes jubilaciones y algún emprendimiento comercial, cuyos hijos no estudian en esas escuelas y asisten a colegios privados fuera del barrio; un grupo un poco mas numeroso de empleados públicos lo que les asegura un cierto sueldo fijo entre los que revistan municipales, funcionarios policiales y navales; algunos empleados privados, albañiles, cuenta propistas y muchos desocupados y zafrales.-
Una población de tercera edad jubilada con bajos ingresos terminan por completar este cuadro donde la pobreza es el color que más brilla.-
Esa situación de vulnerabilidad social ya era de por si una tarea descomunal a afrontar cuando empezó a surgir, sobre todo en los niveles superiores, un enfrentamiento entre los alumnos cada vez mas visible; fue la maestra Mercedes de quinto año la que detectó las discusiones a media voces entre sus alumnos y decidió entonces hacer una especie de asamblea para que la clase hablara claramente del tema; había alumnos que eran hijos de efectivos de la unidad naval y obviamente, sin poder asegurar la veracidad de la instalación de una Base militar norteamericana en el barrio, defendían la “carrera militar” de sus progenitores, haciendo hincapié en lo beneficioso que era para ellos formar parte de la Base Militar donde estaban aquellos soldados llamados “marines”, igualitos a los de la película; en otra postura se encontraban la mayoría de los alumnos que sintetizaban a su manera los rumores y pronósticos de mal agüero que dicha instalación significaría.-
Claro que los niños en tales discusiones, que por momentos ser tornaban apasionadas, poco sabían del manejo diplomático y en más de una oportunidad estuvieron por llegar “a las manos”.-
Lo cierto es que esa discusión organizada por la maestra para intentar quitar presión, se empezó a dar en el resto de los salones, el recreo y el comedor, a veces con nefastos resultados para la integridad física de algunos de los alumnos o alumnas.- Es que como todas las cosas que pasan por el matiz del mundo infantil, pronto se organizaron grupos en defensa y en contra de la base militar, que, fuera del terreno de la retorica, inventaron un juego de combate en los recreos que cada vez tenia menos de lúdico para pasar a ser verdaderos enfrentamientos físicos.-
Nívea decidió que era el momento de reunir a la comunidad escolar y plantear el tema pero le faltaba información que le permitiera, o bien tomar una posición o al menos objetivizar la situación.-
Las madres y padres que integraban la Comisión Fomento escolar, estaban tan divididos en sus opiniones como el resto de la comunidad, y todos, tenían la liviana inclinación de nunca llegar a quedarse sin respuesta, entonces lo que no sabían, lo inventaban y ajustaban al molde de sus argumentos.-
Las maestras, la mayoría en principio, no residentes en la zona no le dieron mayor trascendencia a lo que se vivía en el barrio, y algunas incluso intentaron mantenerse al margen, hasta que el tema tomo tal estado público en la prensa nacional, que mas de alguna vez algún familiar o conocido le preguntaba por lo avances de la obra de la base militar, o si ya habían visto a los instructores norteamericanos, o a los aviones; otras no podían escapar al obligado análisis desde su propia subjetividad política armando con los retazos de información, una casi “acabada” postura sobre el tema.-
En los minutos previos a la entrada escolar, donde los docentes mate por medio intercambian sobre los hechos de la jornada anterior, Nívea debió referirse al tema y sobre la necesidad de ser cautos en el manejo del mismo en clase; ella estaba detectando que la efervescencia que las maestras observaban en sus alumnos, también la estaban contagiando a ellas, a los funcionarios y a los padres.-
Fue un alivio para su espíritu cuando a la salida del horario escolar, se encontró con aquel cartel que convocaba a una asamblea barrial.- Pensaba que allí podría saciar sus dudas.-
4
Zulma Yaniero había instalado su “cuartel general” en la casa de la calle Margarita; la construcción estaba sobre el fondo de terreno y para llegar a ella había que atravesar un frondoso jardín, que ocupaba todos los espacios, gracias a la “glorieta” que su finado esposo había construido y sobre la que sobrevivía durante el año la enredadera del guaco y en los veranos lo trepaban e invadían las enredaderas de mates, o alguna “enviciada” tomatera de fuerte tonalidad verde y temprano fruto rojo.-
Zulma se atrincheraba allí, detrás de la ventana imitación vitró, de esmerilados vidrios azules, verdes y rojos, desde la cuál entre abierta, adivinaba el pasar de los vecinos, por los restos de imagen que las plantas le dejaban observar.-
Como si fuera un mensaje cifrado solo para ella y que su marido había sabido llevarse a la tumba, el lugar mas destacado del jardín y al que le dedicaba su tiempo libre era aquel cantero donde había plantado todas las especies de plantas de las cuales tomaban su nombre, algunas de las calles del barrio: Nomeolvides, Pensamiento, Margarita, Marimoña, Clavel, Rosas, Dalia.-
Era una manera de colocar dentro de sus fronteras hogareñas, al alcance de la mano, la geografía del barrio que se fue construyendo a su alrededor, aquellos muros de bloques y sombras de edificaciones que fueron rodeando su especie de mini feudo, construidos por rostros nuevos que iban poblando la cuadra otrora desolada que la llevaba hasta la playa, aquella duna inmensa que ahora se había transformado en una calle llena de casas, amontonadas una al lado de la otra.-
Trabajó durante mas de cuarenta años como enfermera de un hospital en la capital y nunca pudo acostumbrarse a convivir con el dolor ajeno.- El alivio que ella brindaba mediante los medicamentos o inyecciones recetadas, lo encontraba para ella cuando al llegar al barrio temprano por la mañana, antes de acostarse y descansar de los turnos nocturnos, preparaba un mate y se iba hasta la orilla del rio, en compañía de sus mascotas y las gaviotas o algún tero de playa.-
Si coincidía con el día libre de Eduardo su marido, coordinaban la tarde anterior encontrarse en la roca prevista y él la esperaba con el mate pronto mientras intentaba pescar alguna de aquellas lisas que plateaban las aguas del río.-
Así la vida fue transcurriendo mansa como el cauce la mayoría de los días, con alguna tormenta que agitaba el rutinario vivir, con algún fuerte temporal en diciembre que recordaba la idiosincrasia costera, hasta que un buen día, tan mansamente como había vivido, el corazón de Eduardo dejó de latir; con paciencia y esmero de jardinero, Zulma fue asumiendo la viudez, la ausencia y empezó a compartir junto al calor de la “salamandra” en las tardes de agosto, y la tibieza de los solsticios de diciembre, esa amiga nueva que era la soledad.-
Hacia un buen tiempo que se había jubilado y acortaba los días con caminatas recomendadas por su doctor, pero también por la desolación; en esas caminatas solía caminar por toda la orilla del barrio saliendo de un extremo de la playa , recorrer las calles con nombre de peces, repetir mentalmente lo cómico de alguna de aquellas sonoridades, Tambera, Tambor, Mochuelo, Lisa, Pez Espada y pasar enfrente por el único puesto de atención de salud: una policlínica que el Ministerio fue dejando a su propia suerte, hasta que del plantel inicial de funcionarios quedó estoicamente una única medica; Zulma volvía a redescubrir en los rostros las posibles causas de aquellos sufrimientos, pero sabía que el principal y para el que ella no tenia mucha solución, y tampoco la galena que envejecía recetando sin medicamentos entre aquellas paredes, eran aquellas cada vez mas largas colas de gente pobre, los pies helados dentro de unas chancletas, los brazos acalambrados de sostener criaturas ardiendo en fiebre, los vientres adolescentes poblados de siestas en los montes.-
Hacia mucho tiempo, algunos vecinos formaron una Comisión de Salud, que con los fondos recaudados entre los pobladores permitía costear el combustible de una camioneta transformada en ambulancia y el salario del chofer, vecino voluntarioso del lugar, que realizando verdaderas maniobras por las empinada y deformada geografía de la zona, trasladaba hasta la urbanización a los vecinos mas urgidos.-
Varios vecinos y vecinas debían a las habilidades conductoras del Coco Bareira, que así se llamaba el chofer, el haber venido a éste mundo, antes incluso de terminar de salir de las entrañas de su madre, que a golpes entre los tumbos del camino, iban dando a luz.-
Pero un buen día la camioneta no se pudo seguir costeando e incluso no falto quién, en una burda venganza personal por algún traslado negado en la C-10 blanca con la cruz roja, hizo correr el rumor de que el vehículo fue visto varias veces haciendo mandados personales.-
Zulma volvió un día de su recorrida con un rumor trepado a su oído, los cuales en general descartaba, pero este la había rodeado en el mostrador del almacén, y decía que los militares estaban preparando un terreno para instalar una policlínica de grandes dimensiones, que en principio era para el personal naval, pero que podría llegar a cubrir las demandas sanitarias del barrio.-
Familiarizada al dolor y a las postales sufrientes de sus vecinos, el titular de esa noticia le hizo brotar una mueca de esperanza, mueca que se fue desfigurando al pasar de los días.-
Siempre vivió atenta a las demandas del hogar y el trabajo y su interés por el mundo exterior lo saciaba con el informativo matutino de la estación radio Montecarlo; con el tiempo aquellos nuevos vecinos que habían estado presos por haberse levantado en armas y por otros motivos políticos, entablando contacto personalmente no se parecían en nada a la imagen que la radio había construido en su imaginario, y por el contrario, habían resultado bien simpáticos y predispuestos, aunque su conversación fuera por momentos demasiado monótona y giraba en torno a la política.-
De algunos de éstos le llegaron los negros auspicios de tal emprendimiento que en realidad no era otra cosa, la proyectada Policlínica, que una fachada para ocultar el verdadero propósito de interés geopolítico-.-
La desorientaba observar que gente que había compartido experiencias tan duras como la de la prisión, anduviera ahora tan distante en sus opiniones al punto de enfrentarse fuertemente en la retorica; entre los últimos grupos humanos que se habían integrado al barrio había un colectivo de ácratas que con sus extravagantes formas de vestir y actuar al principio les había resultado pintorescos, irreverentes por su juventud y totalmente impredecibles pero al tiempo fueron adquiriendo un lenguaje mas agresivo que la empezó a preocupar, sospechando incluso que ella pudiera ser una de las “viejas reaccionarias” de las que estos jóvenes empezaban a mencionar últimamente.-
De todas maneras, con su mejor aplomo se acerco hasta el portón de hierro labrado para recibir de aquellas jóvenes manos un volante convocando a la asamblea.-
No supo si reír o tomar en serio la advertencia de una voz que siendo joven intentó ser adulta y convincente diciéndole:
–“trate de ir doña por que si los gringos ven que no le damos mucha pelota en dos meses esto se llena de milicos”.-
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